“Misantla,
Ver., 27 de octubre. Familiares de Digna Ochoa y Plácido informaron que
solicitarán protección al gobierno del estado debido a que desde el asesinato
de la defensora de los derechos humanos se incrementó el espionaje telefónico y
la vigilancia a sus domicilios por parte de personas desconocidas.”
“Digna
Ochoa presintió que, esta vez, sería la definitiva: ´Acabo de entrar a la
defensa de los estudiantes de la UNAM que acusan de pertenecer al EPR -escribió
el 21 de agosto a su hermana Esthela-, y aunque no es para preocuparse sí es
para tomar medidas por ello te digo que si algo me llega a pasar te recuerdo
que (en) mi seguro de vida en Seguros Tepeyac estás tú y Juan José, él ya lo
sabe..."
“Supo, además, de dónde podría venir
el golpe mortal: los mismos que durante cinco años la mantuvieron
permanentemente amenazada: Por el tipo de
personas -dijo en 1999 a la Comisión Internacional de Observación por los
Derechos Humanos (CIODH)-, nosotros
decimos o inteligencia militar, la Policía Federal Preventiva, la PGR o el CS (¿el
Cisen?). Probablemente uno de estos
grupos, primero, porque tienen toda una infraestructura, son profesionales."
“Esto es
para Digna”
-Era una abogada muy especial -dice
Lamberto González. -Quienes litigábamos con ella difícilmente podíamos seguirle
el paso... Cuando se trataba de un asunto en que Digna intervenía, había que
tomar un poco más de aire, había que estar de otra manera, porque era una
situación mucho más pesada, mucho más comprometida.
Pilar Noriega confirma la imagen:
-Durante las diligencias no dejaba el
menor resquicio. En una ocasión estaba José Lavanderos interrogando a unos de
la policía municipal, en Toluca, y Digna estaba ahí entre ellos, según ella
para que no los estuviera preparando el abogado. Se sentó entre ellos y los
siguió incluso hasta el baño.
-¿Por qué cuando se presentaba un caso difícil
decían “este un caso para Digna”? –se le pregunta a Rafael Álvarez, quien
compartió con ella años de trabajo.
-Porque para asumir muchas veces la defensa de una
persona que no es conocida o porque va a tener una repercusión controvertida en
la opinión pública, o cuando se trata de casos que tienen una consecuencia
política importante, muchos abogados se niegan a asumirla.
“Luego también hay casos arriesgados, en los que
los que son señalados como presuntos responsables pueden ser mandos militares,
pueden ser el titular del poder ejecutivo o el Procurador General de la
República, que son autoridades que difícilmente son tocadas...
“Entonces a veces es muy difícil
incluso desde que el agente del ministerio público se atreva a tomar la
declaración, una denuncia de hechos de la persona que presuntamente ha sido
víctima de una violación de derechos humanos.”
-Imagínense ustedes a Digna, distribuyéndose
el trabajo –dice Lamberto González. -Los ministerios públicos tratan de
aprovechar descuidos. Y ahí estaba ella haciéndoles ver su suerte...
“Empezaba
a sentirse un algo pesado. Si era algo humillante para quien se enfrentara a
Digna... Si hay que promover 100 recursos durante la audiencia, no importa. A
veces terminar a las cuatro de la mañana....
“Todo mundo entendía a la situación a
la que se estaban enfrentando ellos como autoridad; era muy distinta a la que
están acostumbrados....
“Se constituyó en el
símbolo de una actitud ante la autoridad. Me tocó ver a jueces, peritos, etc.,
que se iban vapuleados....”
-En este sentido el decir esto es para Digna, es porque necesitábamos de una defensa
fuerte, rigurosa, con una gran convicción, y que no se intimidara incluso ante
las amenazas- –dice Rafael, y Lamberto:
-Yo entiendo que la matan no sólo por
defensora de los derechos humanos, sino porque representa una forma distinta de
hacer las cosas.
La
investigación
La de digna era una muerte extraordinariamente
compleja de investigar, por la forma en la cual se produjo y por las líneas a
seguir, que indicaban, entre otros, hacia cúpulas de poder de Guerrero y hacia
servicios de inteligencia nacionales.
¿Por qué el primer encargado de la averiguacíón
previa, Álvaro Arceo, pensaba sin dudas que se tratada de un asesinato obra de
uno o más profesionales?
-No se encontró ninguna huella
ajena. Eso quiere decir que la persona que lo hizo, si existe una persona que
lo hizo, se tomó el trabajo de no dejar ninguna huella... Todo eso demuestra
preparación. Y desde luego las preparaciones llevan un objetivo o dos. El
hallazgo del mensaje en la entrada, en el escritorio de entrada, la harina en
el suelo, los guantes de latex, los tres disparos...
“Se antoja un poco elaborado,
como para crear una serie de confusiones y llevar a los investigadores por
diversos caminos y entorpecer la investigación.”
Todavía tiempo después de haber
sido relevado del caso y de que la tesis sobre
el suicidio se abriera paso, el subprocurador Arceo desglosaba las razones que
lo llevaban a afirmar que la posibilidad de éste era absurda:
“(Respecto al disparo en la
pierna) no sé dónde leí que de lo que se trataba era encontrar la femoral.
Sería un procedimiento raro encontrar la femoral con una pistola... Y además
tuvo que haberse disparado así, por la trayectoria del proyectil: de adelante hacia
atrás y de arriba hacia abajo... con la derecha.
Es decir, en una posición
difícilmente verosímil para la mano de la víctima. Lo que sucedería enseguida,
de acuerdo a la idea del suicidio, también costaba creerlo:
-El disparo del parietal fue
hecho (de creerse en esta hipótesis) con la mano izquierda. Esto es, utilizó
las dos manos... Pero además fue otra posición incómoda, porque el disparo se
produjo de arriba hacia abajo. Generalmente (los suicidas) ponen el arma así
(de abajo hacia arriba).
En cuanto a la pistola:
-Estaba debajo del cuerpo.
Cuando se suicidan de un disparo, el arma cae a un lado de la víctima, no
acomodada debajo del cuerpo... Por otro lado, los guantes no estaban colocados
correctamente; esto es, con los dedos hasta el final... como si se hubieran
quedado a medio camino.
“Supongamos –seguía su
razonamiento Arceo- que tenía los guantes a medio camino para producir los
disparos. No se puede meter el dedo con un guante, que además está doblado, por
el espacio que deja para el gatillo.
“Eso hace pensar que los guantes
fueron colocados después. Y que incluso ya tenía cierto rictus la mano, y
entonces no pudieron ser colocados como si los dedos hubieran estado
extendidos, entonces hubieran penetrado bien.
“Es obvio
que si alguien le puso los guantes, ese alguien no era el occiso. Generalmente
después de muerto uno ya no se preocupa de esas cosas.”
¿Digna
y la soledad?
Quizás la persona más cercana a Digna
en los últimos años, ha escrito Blanche Petrich, era Pilar Noriega Aún así, ésta dice:
-Ahora nos va a resultar que Digna tenía
un gran abanico de relaciones.
El comentario de Pilar no repara en que de una u otra manera era normal
que así fuera. Victor Brenes define de esta manera al sector al cual pertenecen
los defensores de derechos humanos:
-Una característica de quienes hemos
estado metidos es esto que llamamos la
opción preferencial por el más pobre,
es que nos hemos tratado durante muchos años, y que a final de cuentas nos
hemos hecho como un grupo de referencia. Desde muy distintos lugares, desde muy
distintas trincheras, hemos tenido como proyectos de vida parecidos. Llámales
ideales comunes.
A pesar de ello, en este relativo
pequeño círculo hay muchos rincones de la vida personal de cada uno, que para
los demás parecen existir de una cierta vaga manera, al menos por etapas.
Pilar había estado en contacto con
Digna a lo largo de los últimos años, pero sólo había compartido fragmentos de la carrera profesional de Digna y había sido ajena a su vida
religiosa. Otro tanto podía decirse de Lamberto González.
Brenes, aunque por muchos años había estado cerca, desde 1997 la veía
esporádicamente, y de febrero de 2001, cuando ella regresó de su estancia en
Washington, al 19 de octubre en que la perdió
la vida, se habían encontrado apenas en un par de ocasiones.
Adriana Carmona, por su parte, dejó
de verla en 1995 y su rencuentro, más bien episódico, no sucedió sino a unos
meses de la muerte de Digna. Barbara Zamora acababa de conocerla.
Hay una anécdota sugerente en este
sentido. Al abandonar el organismo jesuita y la congregación del Verbo
Encarnado, Digna había encontrado un novio, Juan José Vera.
-Lo vi dos veces –dice
Bárbara, que era justamente con quien ella había mantenido la relación laboral
más estrecha en esa época. -Porque en mayo fue el cumpleaños de Digna. Le
hicimos una comida. Fue la primera vez. Y luego la fiesta de cumpleaños de
Pilar Noriega. No sé si dijo si era su pareja. Aunque todos lo entendimos así.
-Juan José suscribe una
carta, el 19 de junio o de julio de 2001, con ustedes, por unos terrenos
expropiados a favor de TV Azteca. ¿Por qué, Bárbara?
-Porque en aquella fiesta
quedamos en que había que pronunciarse, porque los del bufete estábamos muy
solos en eso. Él dijo que lo pusiéramos, aunque no fuera abogado. No teníamos
ninguna referencia de él. Bastaba con que fuera pareja de Digna. No podemos preguntarle a un amigo: ¿Por
qué traes esta persona, de dónde viene? Respetamos en todo momento la vida
íntima de nuestros compañeros.
La propia Bárbara Zamora, por ejemplo, no conocía
la casa de la veracruzana, “porque
a raíz de las amenazas ella procuraba mantener en secreto donde vivía”.
¿Con quién compartía Digna su mundo interior? Con
Blanche, la amiga periodista, se abriría hacia un lado entrañable de sí misma,
pero del cual quedaban fuera sus inquietudes religiosas. En las hermanas de su
congregación encontraría un espejo empañado en cuanto a su actividad
profesional, porque sin duda ellas, trabajadoras sociales enclavadas en el
medio urbano, tenían una imagen distante de una vida sucedida entre juzgados, agentes,
militares, zonas de conflicto.
Las hermanas carnales más próximas
serían un consuelo, y el resto de la familia algo menos, por su apartamiento,
de modo que ni el padre ni la madre ni los hermanos varones tenían una idea
medianamente clara de cuanto había sucedido desde el momento en que abandonó el
hogar.
El Pro debía ser su gran cobijo, y
por ello haberlo perdido, en 2000, fue profundamente traumático, como revelan
su estancia en Washington, las cartas que desde allí envió al Centro y su
aparente conciencia de desamparo al regresar a México.
Aunque la institución se reciclaba
cada poco, y sólo su fundador, Jesús Maldonado, el Chuche, como se lo conocía
familiarmente, había permanecido a su lado del principio hasta cerca del fin.
Era además su confesor. Una suerte de figura paterna, pues, con la cual había roto
también, por las desavenencias aquéllas de 2000.
Luego daría la impresión de encontrar
una nueva, promisoria vida afectiva. Nadie sabe, sin embargo, cuánto
participaba de este redescubrimiento un hombre, Juan José Vera, que hasta donde
se conoce venía de una realidad absolutamente extraña a ésa de quienes habían
escogido “la opción preferencial por el más pobre”, sin la cual Digna sería
inexplicable para sí misma.
2
Noviembre, 2001
“En el caso de los asesinatos
políticos, y éste (de Digna Ochoa) lo es irremisiblemente, el mensaje es
múltiple. En primer lugar, se dirige a la víctima: Hasta aquí llegaste...En segundo lugar, a los que comparten su
causa...
“En tercer lugar, a la sociedad en
general: Elogien a su muerto o muerta,
que hasta allí llega la aplicación de la justicia....
“A lo mejor, también el asesinato
incluye un mensaje al gobierno: Te dejo
dos tareas: que te frustres y que te resignes a no entender.
“En cuanto a los poderes fácticos,
¿por qué el 2 de julio de 2000 los haría desaparecer? (MONSIVAÍS)”
Sierra de
Petatlán, Guerrero. 2 de octubre de 2001
¿Quiénes
eran los tres hombres que, según los padres de los estudiantes del CGH,
entraron aparatosamente al edificio que ocupaba la oficina de Digna, la tarde
previa a la muerte?
¿Es a ellos
a quienes se refería Julio Mata, de la Asociación de Familiares de
Detenidos-Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos,
cuando hacía la siguiente afirmación, sin que quedara en claro la fuente en la
cual se basaba?
-Un día
antes de que la ejecutaran, hay un elemento militar que llega a la oficina de
Digna a ver si ahí trabajaba realmente. Incluso se menciona que saca un
intercomunicador y de ahí se reporta que sí vive ahí.
Para
Mata, está presencia tiene su origen en el trabajo de la abogada en la Sierra
de Petatlán. ¿La precipitó el viaje de ella con Harald Ihmig, el alemán, a
dos semanas de que ella perdiera la
vida?
Después
del primer encuentro aquél con la patrulla militar, en el poblado de Banco
Nuevo, cuando un soldado preguntó, por su nombre, quién era Digna, y ésta
volteó hacía él la cámara de video y anotó el número de la matrícula de sus
vehículos, los soldados se marcharon y ella y Harald fueron a conocer los
alrededores con la gente del lugar.
Al volver
del paseo encontraron de nuevo a los militares en el poblado.
-Dejaron
pasar a todo el grupo sin decir nada -cuenta Eva Alarcón, quien forma parte de uno
de los dos sectores en que quedaron divididos los campesinos ecologistas. -Pero
luego se fueron sobre Digna y le pidieron que se identificara. Ella les dijo
que no tenían derecho a pedir que lo hiciera, que estaba en territorio mexicano
y la Constitución la amparaba.
“Entonces le pedí la cámara al
muchacho que estaba grabando, la apunté a dónde estaba Digna, y los soldados se
espantaron y se fueron.”
Es muy posible que se tratara de un
incidente cualquiera. Como accidental había sido, quizá, que en cada pueblo
dejado por ellos en el camino entrará un contingente del ejército. En todo
caso, los acontecimientos caían sobre terreno abonado.
En 1999 Digna, como parte del Centro
Pro, se había hecho responsable con otros abogados de la defensa de dos
dirigentes de la organización de campesinos ecologistas de la zona, la OCESP.
Teodoro Cabrera y Rodolfo Montiel habían ido a parar a la cárcel de Iguala,
detenidos por el ejército tras el bloqueo de la carretera por donde bajaba la
madera que negociaba una empresa transnacional. La acusación era, sin embargo,
por narcotráfico y portación ilegal de armas.
Habla Rodolfo Montiel:
-El origen de la organización fue en
febrero de 98... a raíz de la tala inmoderada de la Boise Cascade –a quien el
mismo año de la matanza de Aguas Blancas, 1995, el gobernador Rubén Figueroa
había dado los derechos exclusivos para la explotación de los bosques de la
Costa Grande.
“Nosotros desde el 92 fuimos
sintiendo como que el sol tenía pilas nuevas y fuimos viendo como que se
agotaba el agua, pero ignorábamos un poco debido a qué era. Pero de la llegada
de la Boise... solamente dejaron algunos árboles al bordo para que la gente
siguiera pensando que está normal todo... Si nos subimos a un avión o nos
metemos cincuenta metros, no hay nada.”
Así lo comprobaban los informes de
las organizaciones internacionales, quienes determinaban que de 1992 a 2000 la
zona había perdido entre 35.8 por ciento y 40.7 por ciento de sus bosques
abiertos y cerrados.
En 1999 el representante de la
Secretaría de Medio Ambiente en el Estado acusó a la OCEPS de ser un grupo
armado. Cuando la organización bloqueó el camino por el cual bajaba la madera
de la Boise...
-Como es un solo camino –dice Cuauhtémoc González-, pues paró todos
los camiones que abastecían a la empresa. Y esto molestó mucho al gobierno de
Rubén Figueroa, molestó mucho a los dueños de la empresa y también molestó a
los pocos ejidatarios que recibían ganancias....Entonces la empresa termina por
irse. Y esto no se lo perdonan al grupo de ecologistas.
La respuesta de la autoridad fue
contundente:
-Llegaron los militares disparando-
dice Rodolfo. -Había hombres, mujeres, niños, niñas, mataron al difunto Salomé
Sánchez Ortiz, y nosotros tuvimos que salir corriendo. No llevaban una orden de
aprehensión, a nadie nos marcaron el alto. Iban, puedo decir, directamente a
matar.
Se giró una docena de órdenes de
aprensión, y las de Cabrera y Montiel se cumplieron un año después. Un diario
reseñó el momento: “un comando del 40 Batallón de Infantería del Ejército
irrumpió a tiros en el pueblo de Pizotla, Guerrero, y los detuvo”.
-Fuimos torturados –cuenta Montiel- para podernos
hacer de un delito... Estamos vivos por voluntad de Dios..
Iguala,
Guerrero. 22 de agosto de 1999
Los abogados del Pro consiguieron que
se efectuara un careo entre los dos campesinos presos en la sierra de Petatlán
y los dos militares que encabezaron su detención y tortura.
Digna se hizo cargo de la preparación
de la audiencia y de su desarrollo. Jorge Fernández Mendiburu, el joven abogado
que hacía pareja con ella, recuerda así la jornada:
-Los militares
están poco acostumbrados a que los llamen a este tipo de diligencias, porque
son pocos los abogados que los llaman... Mucho menos en provincia... Y sobre
todo en Guerrero...
“Entonces me parece que llegaron con
esa cierta seguridad de que todo iba a salir bien, que iban a estar un ratito,
que les iban a hacer dos, tres preguntas.
“Pero conforme fue avanzando la
audiencia, conforme Rodolfo y Teodoro fueron encarándolos de una manera muy
firme, señalándolos directamente como aquellas personas que los habían
torturado... y posteriormente,
conforme se fue dando el interrogatorio de ellos, por parte de nosotros, los
militares perdieron toda esa seguridad que generalmente tienen cuando están con
un uniforme.. Además fue una audicencia
que duró como nueve horas. Entonces sí buscaban esquina, ya no sabían qué
hacer...
“Los acusaban de haber sido quienes
los detuvieron... quienes los incomunicaron, quienes los amarraron, los
llevaron al río, y quienes los torturaron, durante dos días en la comunidad, y
posteriormente otros dos días en el 40 Batallón, de Ciudad Altamirano,
Guerrero...
“Les aplicaron, por supuesto, toques
eléctricos, les jalaron los testículos, los golpearon en los testículos, en la
clavícula... Les hacían simulacro de ejecuciones, metiéndoles el arma en la
boca o poniéndoselas en la sien. Los amenazaban psicológicamente con matar a
sus familias.
“Era fundamental
comprobar esas torturas, porque de ahí se derivaron las declaraciones
autoinculpatorias que posteriormente fueron la base para que sentenciaran a
Teodoro y a Rodolfo.... Entonces era muy importante que quedara asentado, que
se demostrara...
“Conforme se va
desarrollando el careo hay una evidente merma en el ánimo de los militares. Hay
una cosa muy importante, y por eso siempre se dice que el juez debe estar
presente en las audiencias, porque es importante ver no únicamente el contenido
de lo que se dice, sino muchas veces la actitud.
“En el caso de
los militares, yo recuerdo que cuando estaba sobre todo el careo, y por la
firmeza de Rodolfo y de Teodoro, los militares siempre estaban así, con la
cabeza abajo. No podían ni ver de frente a los dos ecologistas, que es una
señal evidente... Estaban totalmente desmoralizados.
“Y
posteriormente el interrogatorio los hizo caer en muchas contradicciones, en
cuestiones de tiempo o de lugar, de cómo los detuvieron...
“Si bien es
cierto que no admitieron, con estas palabras, que torturaron a los campesinos
ecologistas, sí es cierto que admitieron que los incomunicaron, que hubo un
interrogatorio, cuando ellos no tienen por qué interrogar a nadie. Y estos dos
elementos forman parte de los que conforman la tortura...
“Además de los
careos, hubo una serie de pruebas que consolidaron justamente lo que se había
dicho en los interrogatorios. Sobre todo, pruebas de peritos expertos en
tortura.”
Nunca antes en
la sierra de la Costa Grande de Guerrero, elementos del ejército habían sido
expuestos de esa manera. El careo no bastó para romper el círculo de impunidad,
y Cabrera y Montiel permanecieron en la cárcel, mientras se hacían efectivas
otras órdenes de aprensión. Pero el eco del acontecimiento retumbó en el
corazón de una zona que de siempre había estado al margen del país.
¿En qué medida
la audiencia de ese 22 de agosto, y los presumibles oficios de Digna y del Pro
a nivel internacional, contribuyeron a que al año siguiente la Fundación
Goldman le diera a la Organización de Campesinos Ecologistas un reconocimiento
considerado como el Nobel de los defensores del medio ambiente; a que
Greenpeace destinara un lugar privilegiado en su página Internet a los problemas
de deforestación en los bosques de Petatlán, y a que en 2001 el esfuerzo no
cejara, con el premio de la Internacional Sierra Club a Rodolfo y Teodoro?.
Tras la muerte
de la abogada, Julio Mata, el representante de la Asociación de Familiares de
Detenidos-Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos,
abundaba en la intervención de Digna y de su organismo en la sierra en
particular y en Guerrero en general:
-Había otros
casos que ya venía el Pro siguiendo, con muchas otras organizaciones, alrededor
del ejército... Y a mi parece que Digna empezó a hacer un trabajo, incluso
internacional, para denunciar las atrocidades que cometía el ejército.
Por ello Mata se
arriesgaba a afirmar:
-De acuerdo a lo
que hemos visto... son los grupos de inteligencia militar los que ejecutan a
Digna Ochoa.
¿En verdad Digna estaba involucrada
en una investigación sobre la presencia militar en el estado de Guerrero? Abel
Barrera, de la Comisión de Derechos Humanos de la Montaña, estaba seguro de
ello:
-Se estaba
haciendo una investigación profunda de la actuación del ejército ... y sobre todo cómo fue el caso de los
ecologistas y cómo se seguía repitiendo el mismo patrón de hostigamiento, de
persecución, de criminalización.”
Deducía,
entonces, algo parecido a lo que aseguraba Julio Mata:
-El empeñarse por encontrar el hilo de la madeja,
creemos que eso fue, que es parte de lo que a Digna le costó.
Guerrero en su conjunto era pues una referencia,
aunque el sólo caso de Petatlán podía ser suficiente y no por el caso de los
dos campesinos detenidos en Iguala y su careo con los militares.
Un extraño
secuestro de rutina
En seis años Digna fue objeto de diez
amenazas escritas, dirigidas a ella exclusivamente o a ella y a otros, y de dos
secuestros. Eran actos de hostigamiento que se producían por plazos. Parecían
estar relacionados, pues, con acontecimientos particulares.
El primera mensaje, por ejemplo, sucedió justo en los meses en que, durante 1995, ella
formaba parte del equipo que defendía a los detenidos en Yanga y Calcalomacán
por aducidas ligas con el EZLN.
El careo de los militares con los
campesinos ecologistas se realizó en 22 de agosto de 1999. Doce días antes
Digna fue objeto de un primer extraño secuestro, cuyas secuelas podían seguirse
tiempo después.
Había nacido la industria del secuestro
exprés, manteniendo a la víctima las dos, tres o más horas necesarias para
ordeñar sus tarjetas de banco.
La
abogada caminaba por la calle, un hombre se le acercó para preguntarle por una
calle, “y antes de que pudiera responder la tomó por el brazo y la introdujo
por la fuerza en un coche blanco, de cuatro puertas. Dentro había dos
individuos más”.
Luego tuvo el trato de rutina: la
obligaron a cerrar los ojos, le dieron un golpe en el vientre por un comentario
intrascendente, le pidieron el número confidencial de su tarjeta y durante unas
tres horas la tuvieron dando vueltas y, en algún momento antes de dejarla en un
lugar solitario, acariciando o tratando de acariciar sus pechos, soltaron las
frases de jactancia usuales:
-No te excites, orita no podemos, si
quieres, luego.
Parecía un asalto común y Digna no
reparó en su primera peculiaridad sino hasta contar a sus amigos que, entrando
en el auto, uno de los hombres había preguntado a otro:
-¿Es ella?
Y su pareja le había contestado, aparentemente contemplando algo que
ella no pudo apreciar:
-Sí es, mira.
Un día no mucho después, al llegar a
su casa la mujer se encontró con que los asaltantes habían tenido la gentileza
de regresarle la credencial de elector, que se habían llevado con el resto de
sus cosas. Lo curioso es que, morosa, Digna no tenía actualizado el documento,
que registraba no su domicilio actual, sino el anterior.
La señal daba para muchas
especulaciones, y con el tiempo se completó con una ya muy evidente: las nuevas
amenazas eran las tarjetas de presentación que le fueron quitadas durante el
robo, o unas iguales, firmadas con la cruz mortuoria que se haría
característica.
No hay más conclusión posible: el
asalto contenía un mensaje inmediato, que fue subrayado en breve con la
aparición de la credencial, y tomaba en cuenta la posibilidad de continuarlo y
profundizarlo en el futuro.
¿A quién podía ocurrírsele un plan
así y quién ponía ponerlo en práctica?
El general
Gallardo
Digna, fiel representante de los
defensores humanos de “los confines”, se comprometía en todos los casos
delicados que le era posible. En su lista de defendidos tenía que estar, por lo
tanto, el único militar que se había atrevido a poner en tela de juicio al
régimen de justicia del ejército.
El general brigadier Francisco
Gallardo había sido llevado ante un tribunal castrense, por publicar un
articulo que pugnaba, precisamente, por la creación de una defensoría encargada
de examinar las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos en las
fuerzas armadas.
Entre los delitos que se le imputan
estaba, ni más ni menos, que el de sedición, “y cuando los juzgados civiles los
desestimaron, se le adjudicaron nuevos cargos para impedir que fuera puesto en
libertad.”
En 1994 Amnistía Internacional lo
adoptó “como preso de conciencia”, y en 1996 la Comisión Intermaricana de
Derechos Humanos (CIDH) formuló una serie de recomendaciones al gobierno
mexicano sobre el caso:
“Se libere inmediatamente... se tomen
las medidas necesarias para que cese su campaña de persecución, difamación y
hostigamiento... se investigue y sancione a los responsables... se le pague una
justa indemnización como reparación...”
Pero en 1998 se le sometió a dos
nuevos Consejo de Guerra, haciéndolo aparecer como culpable de enriquecimiento
ilícito y estafa, y condenándolo a 28 años de cárcel. No importaba que el
análisis por organismos internacionales, estableciera que el proceso no cumplió
con las normas reconocidas continentalmente, ya que se lo había sometido a un
“tribunal parcial, porque sus miembros dependen jerárquicamente del titular en
turno de la Defensa... quien es la parte acusadora, y ninguno de ellos es
abogado”.
Cuando Digna se involucró en la
defensa de este hombre que había tocado el punto más sensible para las fuerzas
militares, entró en choque directo con aparatos y personajes de enorme poder.
A ellos se refería en una entrevista
el hijo de general Gallardo: “Fue Macedo (de la Concha) quien sentenció a mi
padre cuando fue juez militar... después como asesor en materia jurídica del
Secretario de Defensa... evitó que se acatara la recomendación de la CIDH, y
después como Procurador Militar fue el responsable de las sentencias
arbitrarias contra mi padre”.
La
investigación
-¿Si la principal línea de
investigación era Petatlán, como dice usted, ¿por qué tardaron en seguirla? –se
le preguntó a Álvaro Arceo, el primer encargado de la averiguación previa.
-Una de las razones fue muy
vulgar. No había presupuesto... Lo hubo una semana o diez días después...
Tuvimos que conseguir los vehículos, las personas que iban a estar, los oficios
de coordinación, en fin.
“Finalmente fueron. Como ocurrió
después... no se obtuvo ninguna prueba determinante... Sí se supo que están
ocurriendo actos allá reñidos con la ley penal, incluso reñidos, quizá,
aventurándonos un poco, con la seguridad nacional. Me refiero a rutas de
narcotráfico, compraventa de armas, en fin...
“Por ese
lado no obtuvimos mayores datos. Lo mismo ocurrió con los elementos del
ejército que fueron entrevistados. Sí se habló con todos. Incluso tuvimos
comunicación con la persona que fue con Digna –decía el subprocurador
refiriéndose a Harald.
Hacía
bien en precisar que en el viaje no encontraron “prueba determinante”. ¿Podían
haberlo hecho? Hemos entrevisto las condiciones de la sierra, con sus 90 mil
habitantes regados por una accidentada geografía cuyo aislamiento sobrecoge a
los extraños.
¿Hastá
dónde llegaron y a quién interrogaron los agentes acostumbrados a hacer su
trabajo en la ciudad de México, en este auténtico otro mundo, de códigos
desconocidos para ellos? ¿Y que evidencias concluyentes pudieron hallar a
través de las entrevistas?
-La gente
vive un miedo constante –dice Julio Mata sobre las zonas rurales de Guerrero en
general. -La convivencia es muy complicada. La gente es muy callada,
difícilmente establece confianza y la comunicación con gente que no conoce de
tiempo atrás, no se da.
El procurador, Bernardo Batiz, admitiría después
que debieron realizar cuatro viajes a la región y que los dos primeros no
tuvieron utilidad, porque sus agentes fueron acompañados por policías
judiciales del estado, ante quienes la población no estaba dispuesta a hablar.
También se interrogó a los dos militares careados
por Montiel y Cabrera, sin sacar nada en claro, dice Arceo.
La otra línea de investigación que debía ser
privilegiada y que señalaba hacia algún órgano de seguridad nacional, se seguía
sólo parcialmente, hasta donde confesaban las autoridades del DF, en la medida
que no se hacían avances con los servicios de inteligencia del ejército. Y la
explorada, referente al Centro de
Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), quien se supo tenía un
archivo de seguimiento sobre Digna, no prosperaba.
El 28 de noviembre, a casi seis semanas de la muerte de la abogada, Arceo respondía al
reclamo de información de la Corte Interamericana de Derechos Humanos:
-El Cisen
básicamente nos envió recortes de periódicos que cualquiera puede conseguir en
una hemeroteca. Presuntamente ellos tienen expedientes más extensos, los cuales
deberían estar ya en poder de las autoridades capitalinas.
Sobre lo
que se ponía mucho empeño era en obtener los retratos hablados de los hombres
de “aspecto sospechoso” vistos en los alrededores del despacho.
Pero no se conseguía nada. Los padres
de los estudiantes del CGH no habían prestado mayor atención, y la única
testigo que se decía en capacidad de reconocerlos, daba marcha atrás y no
volvía a presentarse, argumentando haber recibido presiones excesivas de parte
de los investigadores.
Fueran o no responsables de la
muerte, el encuentro de estos personajes era de la mayor importancia. Porque si
habían vigilado el lugar la tarde anterior, como afirmaban los testimonios, y
posiblemente otros días, bien podían haber estado presentes en las cercanías cuando
ocurrieron los hechos.
Qué de extraño sería, por lo demás,
que un despacho que llevaba casos tan delicados como el de los propios presos
del CGH y el de los hermanos Cerezo, de interés para autoridades locales y
federales, estuviera bajo vigilancia. ¿No la habría el viernes aquél?
¿Y las dos amenazas de agosto último,
que según su médico le habían producido un “insomnio severo”? ¿Cuál era el
motivo, si para entonces había dejado el Pro y no había reiniciado sus
actividades como abogada, desde que un año antes el Centro la decidiese a salir
de escena, marchando a Washington?