Faltan paréntesis, sobran referencias a citas.
“El
asesinato cimbra la confianza de la
ONU en el gobierno de Fox. Declaración de la representante del secretario
general.”
“Pide
Bravo Mena, presidente del Partido Acción Nacional, no hacer juicios
anticipados.”
“El
asesinato de Digna Ochoa y Plácido ha dejado al descubierto varias cosas... la
defensa de los derechos humanos en México es una de las luchas pacíficas y
legales más importantes en este momento. Imposible explicar gran parte de los
cambios positivos en el país sin esta lucha... Debemos entender que este crimen
daña nuestra vida social profundamente, porque daña la lucha por la civilidad,
la lucha pacífica y legal.”
Digna, el gran caso
Si bien
los mensajes de la muerte de Digna podían ser imprecisos en esto y aquello, no
en sus contenidos de fondo. La sociedad tenía, sin embargo, la oportunidad de
responderlos, como había hecho durante los últimos años en momentos decisivos:
las elecciones presidenciales de 1988, la insurrección en los Altos de
Chiapas...
A diez días de los hechos, Pilar
Noriega daba una conferencia de prensa con ese propósito: convocar al
seguimiento del caso hasta una real conclusión, sin importar cuánto tomara,
retando al desgaste del tiempo y a las prácticas viciosas de la justicia en
México:
-Desde luego que ahora es más grave
la situación –decía-, porque el asesinato de Digna pone los puntos sobre las
Ies y es un foco de alarma bastante grave. Lo es, pero no porque no haya habido
casos de violación de derechos humanos a partir de que Fox tomó posesión de la
Presidencia, sino porque tampoco se dieron los pasos para hacer cumplir las
recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La también abogada consideraba que la
dimensión del efecto del asesinato era “incomprensible e inesperado”, incluso para
su o sus autores:
-¿De verdad no cree que haya sido
prevista la magnitud?
-Yo creo que a lo mejor esta
respuesta, tanto nacional como internacional, no la habían previsto. No sé,
pero si la previeron, entonces es más grave la situación. Bastante más
preocupante será que hubieran querido crear el clima, la situación en la que
nos encontramos.
-Por la magnitud, por la forma en que
se hizo y a quien se le hizo, ¿es un mensaje?
-Desde luego que es un mensaje, pero
no porque no se hayan dado las violaciones, insisto, es porque no se han
atendido. Es un mensaje, y creo que será en el corto plazo que vamos a ver cuál
es la situación en que desemboca el clima que en este momento estamos viviendo.
Tradicionalmente,
desde que existe la figura de la coadyuvancia en la legislación procesal penal
mexicana, tal figura jurídica nunca se
había llegado a implementar plenamente, a pesar de que se trata de un
derecho de la víctima y la parte ofendida, reconocido en la Constitución
Política Mexicana en su artículo 20 y reglamentado en el artículo 9 del Código
de Procedimientos Penales para el Distrito Federal.
Quizá
como nunca antes se concentraron esfuerzos para producir un salto en la
impartición de la justicia. Los defensores de derechos humanos y la prensa
comprometida con el cambio, en particular, sumando todos los apoyos
internacionales a su disposición, hicieron suyo el caso, con objetivos
múltiples: aclarar las causas de la muerte, convertir la figura de Digna en el
símbolo que merecía ser; detener el golpe contra el trabajoso avance en materia
de garantías individuales; hacer luz, siquiera un poco, sobre el mundo oculto
del poder, y crear un ejemplo de procedimiento en materia penal, así fuera en
las precarias condiciones que permitía el país.
Había pues
un gran reto para sentar bases en que descansara el futuro, en el cual se
confiaba podían participar al menos algunas instituciones públicas. Y se
asumió. El establecimiento auténtico, por primera vez, de un mecanismo de
coadyuvancia en la actividad del aparato de justicia, el celoso seguimiento de
los hechos, que impedía su olvido y señalaba una y otra vez los aspectos
centrales del proceso, y la aportación de datos y análisis sobre muy diversos
temas, se sostuvo durante año y medio.
Luego,
cuando la Procuraduría General de Justicia del DF se resolvió a dar un fallo
que repetía vicios ancestrales, el sector más sólido de quienes habían
adquirido el compromiso, lo confirmaría para ofrecer a las instituciones, en
principio locales, la alternativa para despejar el camino a una reforma
estructural. La segunda mitad del año 2004 debatiría esta oportunidad.
Misantla, Veracruz
El padre de Digna, don Eusebio Ochoa,
creció como campesino hasta los 20 años, cuando se casó y vino su primera hija.
Entonces se dedicó a la albañilería:
-Era un oficio que desde muy chico
pensaba yo tener. Empecé a ganar más... y me gustaba mucho.
Pronto lo practicaba como trabajador
del ingenio azucarero de La Libertad, donde se convertía en uno de los
dirigentes del sindicato, dentro del municipio de Misantla, en cuya cabecera
vivía con Irene Plácido, la madre de sus 13 hijos. Todos ellos, excepto los
pocos que se rehusaron, con estudios profesionales: dos maestros, dos
contadores, un ingeniero, dos abogados, una administradora. Uno más había hecho
carrera en el ejército.
Da la impresión de que fue sobre todo
la madre quien se empeñó en que hicieran una carrera:
-Había una señora que como yo no
había estudiado, pero todos sus hijos eran maestros. ¿Cómo le hará, me
preguntaba yo, si es muy pobre? Era mi delirio que mis hijos fueran algo, que
estudiaran.
Y tanto o más que los varones, las
hijas:
-Me les puse dura. No fueron a ningún
baile, ninguna fiesta.... Sino a esta hora estarían llenas de hijos, casadas
con un borrachito tal vez. ( )
¿De qué manera criar a 13 hijos y
asegurarse de que acudieran a la universidad o a la Escuela Normal? Gracias,
desde luego y en buena medida, al salario de don Eusebio, que parece haber
aprendido muchas artes especializadas de la albañilería y que tenía una plaza
de planta en el ingenio. Pero también a doña Irene, que además de las tareas de
la casa piscaba café y recogía leña para vender. Y a los mismos hijos:
-En nuestros ratos libres era el
trabajo –dice uno de ellos, Jesús. -Creo que mi primer trabajo a los seis años
fue vender paletas....Vendí enchiladas, gorditas, de masa y de plátano...
Vendimos periódicos, pan, gelatinas, todo, hasta billetes de lotería.
Era doña Irene quien los organizaba,
al menos en principio, porque como en la generalidad de las familias numerosas,
los hijos mayores pronto compartían las tareas de la casa:
-Digna fue quien me cuidó cuando era
niño, hasta los cinco años, creo –se acuerda, por ejemplo, Ignacio-. Me llevaba
10, 12 años, y yo siempre decía que era mi mamá ( ).
Ella a su vez había sido “hija” de su
hermana mayor:
-Fue creciendo -ahora es de nuevo
doña Irene quien habla- y yo la dejaba porque me iba yo a trabajar... Se
quedaba encargada con Carmen.
¿Cómo era la futura defensora de
derechos humanos, a los ojos de los suyos?
-Alegre, juguetona y traviesa... Muy
enojona, muy brava -cuenta su madre, y sin excepción los hermanos coinciden con
ella:
-Era correlona, juguetona,
bromista... A veces se enojaba, tenía un carácter fuerte.
-Hablaba mucho, era muy alegre, muy
escandalosa... nunca se dejaba.
Trabajaba y era dedicada igual que
todos los hijos, en especial las mujeres:
-Yo recuerdo que hablaban de que se
acostaban a la una, dos, tres de la mañana, porque estaban estudiando. –dice
uno de los varones, todavía hoy admirado.
Estos pocos. elocuentes datos
responden al boceto que los Ochoa y Plácido hacen de sí mismos, y hablan de una
de las familias extensas que por millones había en el país durante la época.
¿Cómo mirar, sin embargo, al interior
de uno de los integrantes de una familia de 13 hermanos, necesariamente con
temores y sueños únicos en cada caso?
Saltando por encima de preguntas que
nadie más que Digna podría contestar, un perfil psicológico de la abogada,
ordenado tras su fallecimiento, hace una caracterización sobre su infancia. La
caracterización se centra en un sólo aspecto y se permite una deducción a
primera vista sin sustento:
“Ocupó el quinto lugar de 13
hermanos. Esta situación la marcó porque ella representaba una hija más que en
un momento dado resultó prescindible, siendo desprendida a los 5 ó 6 años de
edad, del grupo familiar. (PERFIL, FILTRADO A PRENSA).”
Digna, tan distinta por tan igual
Los abogados defensores de derechos humanos
proceden de todas las capas de la sociedad. Pero como en el resto de las
actividades profesionales, los de extracción popular son relativamente pocos.
Digna era, pues, una de esos pocos.
-Sabía lo que era luchar, lo que era salir
adelante. Eso siempre se lo admiré... –dice Pilar Noriega. -Me platicaba de un sobrino
suyo que estaba mal del corazón, y su comentario era que era triste ser pobre y
no tener para ese cuidado médico que tiene la gente con dinero.
Eso, su procedencia, era tal vez una de las
explicaciones de su comportamiento ante las amenazas, piensa Miguel Angel
Granados Chapa:
-Por su origen económico y su
convicción religiosa, no era una persona que tendería a la arrogancia, sino a
la humildad... No se permitía alardear de que eso, las amenazas, no la tocaba.
“Tenía una noción muy acendrada
del deber, también por sus orígenes. Las familias pobres de México son muy
cumplidoras de sus tareas, porque en eso les va la supervivencia. Hay una
concepción muy rigurosa, muy ajustada, de hacer las cosas como se debe
hacer.... Era una mujer de deberes superiores al miedo que evidentemente
sentía.”
Podemos imaginar a los cuerpos de
seguridad y a los agentes del ministerio viéndose retados, y con frecuencia
vencidos, por una mujer cuyo aspecto era ni más ni menos que el de las
campesinas, las indígenas, las amas de casa de barrios populares, por sobre las
cuales estaban acostumbrados a pasar todos los días.
Se tiene la clara impresión de que
algo de su actitud contrastante provenía de ahí, de sus orígenes de clase.
-De
hecho no era como muy apreciada en el Centro. A veces, cuando tocaba a la puerta, las demás decían –despectivamente. -Ahí está tu amiga, ábrele tú.
Hay un mundo de distancia entre este recuerdo de
las compañeras de Adriana Carmona en el centro dominico Francisco de Vitoria, también de derechos humanos, y el de Silvia Mariñelarenas, una de las
madres de los estudiantes del CGH presos, de condición modesta, como
Digna:
-Nos escuchaba con mucha atención, y su tono de voz
era bajo. Era muy paciente, muy tranquila... Me llamaba la atención de que a
cada frase que terminaba, sonreía. Sonreía mucho. Eso te inspiraba confianza y
te sentías bien..
Nada parece entenderse en Digna Ochoa
sin su origen popular. Y eso, al menos en buena medida y de estar en lo justo
Victor Brenes, la volverían la víctima más propicia.
La
investigación
Si bien la investigación de la muerte
de Digna seguía todas las líneas posibles, tendía a concentrarse en las
relacionadas con las amenazas y con las confrontaciones de la abogada con
poderes regionales.
¿De dónde
salió, a 12 días de los hechos, el anónimo enviado a algunos medios de
comunicación, asegurando que el crimen se había derivado de una extorsión? ¿Se
iniciaba de ese modo la campaña de descrédito que solía acompañar los atentados
contra defensores de derechos humanos, periodistas y militantes de
organizaciones sociales que se friccionaban con el poder formal e informal?
¿Quién se
ocupó de enviar el anónimo del 30 de octubre sobre Digna y la extorsión? ¿Tenía
que ver con lo que vendría después, con las especies sobre una abogada
acostumbrada a mentir, a dramatizar ridículamente las cosas, a atentar contra
sí misma, a aprovecharse del trabajo de los demás para destacar, y que reunía
toda clase de desórdenes de personalidad?
Especies
que, por lo demás, como decía el artículo sobre Polo Uscanda, olvidaban el tema
central: “no es su vida privada la que se encuentra sujeta a
investigación”.
Mientras
tanto, la indagatoria continuaba. ¿Cuánto de las irregularidades señaladas
primero por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y ampliadas más
tarde por la Comisión de Derechos Humanos del DF, se cometió en esta primera
etapa?
La que
pareció saltar a la vista de inmediato, era la de la fotografía dada a conocer
por la agencia oficial de noticias, Notimex, en la cual ni Gerardo González ni
el Dr. De León, el médico personal, a quien se había llamado de inmediato, no tenían
correspondencia con la forma en que
encontraron el cadáver.
Porque la
fotografía mostraba a Digna no con las piernas extendidas y desmadejada contra
el sillón, sino en cuclillas, con la cabeza bien depositada y el cabello
cubriéndole gran parte del rostro.
En la
instantánea, que se tomaría como oficial para la investigación, la abogada no
estaba además en mangas de camisa, como Gerardo y el Dr. De León declararon
verla, sino con la gabardina puesta. Por si fuera poco, el arma se hallaba en
un lugar en principio insólito: entre los glúteos y la parte baja de las
piernas.
-Esta
contradicción por un lado puede indicar un desinterés de los responsables de la
investigación -opinaba después Miguel Angel Granados Chapa, quien daba
seguimiento al caso. –Por desgracia el estado general de la investigación penal
podría apoyar esta idea, porque hay descuido... no hay una aplicación correcta,
rigurosa de la ley, en los procedimientos penales, en la averiguación previa,
en el levantamiento de los indicios...
“Puede
tratarse de un simple descuido, de alguien que mueve los elementos de la escena
sin ninguna intención. Pero sería preocupante, porque muestra la falta de
rigor... Preocupante porque indicaría que no tenemos garantía de que se va a
conocer el móvil y el desenlace político de este homicidio.
“Puede
que sea también de un acto deliberado, destinado a cualquiera de dos
propósitos. A perturbar la investigación, a hacerla confusa, a añadir elementos
de confusión en un caso que los tiene ya en abundancia, de tal manera que no se
pueda realizar la pesquisa policiaca y judicial de manera exitosa...
“Y, peor
aún, podía ser también que se haya realizado esta nueva composición de lugar, con el propósito de completar el mensaje
que implica la muerte misma de Digna Ochoa, el lugar donde se produjo, el modo
en que fue sacrificada, e introduciendo
estos nuevos elementos se hace saber que desde dentro del órgano investigador
hay un componente de la trama, de la
maniobra general que condujo al asesinato.
“De tal
manera que no sería ni accidental ni trataría de confundir, sino al contrario:
a dotar de significado completo el escenario.”
En
realidad había un fotografía más, publicada en un diario el día que siguió a la
muerte. No estaba ya el cuerpo sino su silueta dibujada, por obra del equipo de
investigación, sin duda, si había de creerse en ella, porque de no ser así
¿quién la había fabricado y con cuál
motivo, y por qué la autoridad no había hecho investigación ni denuncia alguna
al respecto?
En esta
tercera versión, al morir Digna había quedado recostada en el suelo
semiovillada, a los pies del sillón contiguo y no del principal, de manera que
su cabeza había girado 180 grados tanto respecto a lo dicho por Gerardo como a
la fotografía del expediente.
-La
imagen que tengo presente –dice Granados Chapa- es la que apareció al día
siguiente en un periódico (la oficial), en la que además había una descripción
que no corresponde con las otras imágenes. Sería una cuarta imagen, aunque
ésta, como la de Gerardo González, expresada verbalmente, no mediante una
fotografía. En esta otra imagen Digna tendría puesta la gabardina, y bajo la
gabardina, oculta, el arma homicida.
“De modo
que es imposible saber cuál de estas imágenes corresponde con la forma en que
ocurrieron las cosas. La que tiene más veracidad, en mi opinión, es la del
único testigo de la escena inicial, que es Gerardo. Hay que descontar el
nerviosismo con que debe haberse percatado de lo que ocurría.”
El doctor
Giuseppe Amara hace la interpretación de la fotografía oficial:
-Lo más
curioso es que, por la poca experiencia que yo tengo aquí en México, los
asesinos sumarios, es decir, ejecutores, no se preocupan mucho por más mensaje
que la muerte misma. A mí me asombró que en este caso hubiera un mensaje tan
personalizado...
“Si uno
se atiene literalmente a la escena de la fotografía, el mensaje es para el
asesino mismo.... por la forma en que la colocan, en que la manipulan, la
tratan ya post mortem... Si fueran a
hacer un mensaje para colegas de Digna Ochoa, también podría tener cabida,
porque es una forma de dejar entredicho que la asesinada tiene que pedir
disculpas, tiene que humillarse. Será sometida, ella y quienes la sigan, al
poder arbitrario... Está en una posición como de vencida, de humillada... Como
si dijeran: Ahora suplicas, ahora te das
cuenta que tienes que doblegarte.
“Y luego
rematan con un extraño símbolo que da mucho a pensar, que son los guantes
rojos, de latex, que probablemente se los coloraron post mortem, en vista que sobre el sofá hay restos de un polvo...
para facilitar que se pusieran esos guantes.”
Para el
especialista algo no cuadra, sin embargo, en la foto:
“Hay una
situación que a mí me llama la atención, y en eso sería interesante invitar a
los médicos forenses, que ellos opinen. Para mí esta posición en que colocaron
a la licenciada Digna Ochoa, siempre me llama a preguntar cómo pudieron hacer,
o cómo pudo el sujeto hacer, que el cadáver contuviera la posición. Porque
usted sabe que hay fenómenos de rigor post
mortem , pero al principio el cuerpo no tiene la suficiente hipertonía como
para quedarse en esa posición. Como el cadáver no se suelta, no se mueve.
¿Esperaron hasta que llegara el rigor
mortis?
Inexplicable
o no, y a reserva de conocer otras evidencias, la conclusión del doctor Amaro
sobre la postura del cuerpo de Digna en la fotografía del expediente policiaco,
es por completo “de supeditación”:
-Es como
para decir: Este es nuestro supremo
poder. Así se inclinarán todos ante nosotros.”
¿Pero puede darse por buena la
fotografía? ¿Mintió Gerardo o se confundió al calor de los hechos, tras verla
más de una vez a lo largo de aproximadas dos horas en que el miedo impidió a él
y a sus compañeros llamar a la policía? ¿Y qué decir de la otra fotografía
publicada, y de la descripción que dio un diario?
Al cabo de más de un año, conforme
lejos de resolverse se acumulen las irregularidades de la investigación,
señaladas por los organismos nacionales e internacionales de derechos humanos,
Granados Chapa se rendirá ante una hecho que esperaba fuera superado en un caso
tan determinante como este:
-Para desgracia de nuestra sociedad,
no basta la buena fe y el conocimiento jurídico –que él reconoce en los
titulares de la procuraduría del DF-, para ejercer la procuración de justicia
de manera adecuada... Especialmente en un medio, como lo vemos en este caso
probablemente, pero como se puede saber de muchos modos, donde hay una
infiltración, donde el enemigo está adentro. Cualquiera que sea el enemigo, hay
una contraprocuraduría en la Procuraduría.
¿Exageraba
el periodista? Los detalles de la investigación realizada en la sierra de
Petatlán, darían mucho que pensar en este sentido.
Misantla
Veracruz
Digna solía contar que la experiencia
de su padre la había decidido por la abogacía, como una herramienta en defensa
de hombres y mujeres de su condición, expuestos a los caprichos del poder.
--Yo creo que sí, que eso fue lo que
decidió a Digna –dice don Eusebio.
Sobre todo sería un suceso en
concreto, que el hombre recuerda con claridad. En el ingenio había tenido un
problema con el secretario general del sindicato cetemista, por los abusos de
éste. Una noche el dirigente fue muerto a tiros. Aunque luego se sabría que
había sido un eventual enfermo a quien habían desafiliado del Seguro Social,
las sospechas recayeron en el padre de Digna.
-Al otro día vinieron unos agentes.
“¿El señor Ochoa?” “Un servidor.” “Súbase, acompáñenos.” Entonces me esposaron,
me vendaron y me llevaron. Primero a Palo Largo, luego a San Rafael, luego a
Poza Rica. Pasó el tiempo y empezó a amanecer, ya había gente por los caminos,
junto al río, no podían allí. Me llevaron a Tlapacoyan, ahí me golpearon.
Querían que confesase que había sido
el responsable del asesinato.
-Bueno, pero si yo estaba trabajando
-les dijo. Entonces los agentes lo acusaron de haber contratado a alguien como
gatillero.
-Investiguen. Yo no tengo dinero para
eso.
La siguiente alternativa era que le
echara la culpa a uno de sus amigos, él se negó y volvieron a golpearlo, esta
vez con más ahinco, a patadas.
-De ahí me llevaron a ¿ATZALAN?,
rumbo a Perote, y me encerraron en una cárcel.
Un interno salía, así que don Eusebio
aprovechó para darle su reloj a cambio de la promesa de que llamaría a la
familia.
-Y llamó.
Pero antes de que las dos hijas
mayores llegaran a buscarlo, al oscurecer los policías lo acarrearon al monte y
lo tundieron de nuevo. Un rato, después:
-Córrele para allá –le dijeron.
-¿Para qué voy a correr?
-Córrele.
-Ustedes me van a matar, y si me van
a matar para qué voy a correr. Aquí estoy. Pero ya de una vez –les urgió él.
Eso pareció convencerlos de que era
mejor detenerse, y regresaron todos a Atzalan para tomar una camioneta y trasladarlo
de regreso a Misantla.
Sus hijos se organizaron con sus
amigos del sindicato de la construcción:
-Hacían protestas en el parque, con
un sonidito. Andaban en la calle pidiendo... Un año, un mes y siete días –que
es lo que estuvo encarcelado Eusebio Ochoa, como él recuerda con entera
precisión.
Aguas
Blancas, Guerrero, 1995
-Yo recuerdo muy bien como nos dijeron ¡Bájense
todos, hijos de la chingada!
-Nos espantamos... Pero yo no creía que nos iban a
matar... “Bótense al suelo porque se van a morir”, dijo un señor grandote que
llevaba un radio.
-...la
balacera de una manera muy cerrada.
-Sentí
que nos estaban cazando....
-Recuerdo que me tiré al suelo... Oía los quejidos
de las personas que estaban matando...
-Me sentí
mal al ver como nos habían trozado aquí de la cintura al compañero –cuenta un
hombre mayor, que no puede evitar que el llanto lo alcance.
-Cuando estaba ahí debajo del camión,
pues yo sentía algo caliente que me caía aquí arriba, así, pero yo no creía de
que fuera sangre. Y cuando ya nos sacaron de ahí ya vi que había muchos más
regados así, alrededor del camión y adentro también.
-¿Tú viste cómo le dieron
el tiro de gracia a los caídos?
-Yo miré... yo vi.
Estando en los inicios de su carrera,
Digna formaría parte del equipo de abogados que se encargaría de la defensa de
estos sobrevivientes de la mañana del 28 de junio en Aguas Blancas, en la
región de Costa Grande, donde Guerrero empieza a progresar hacia el estado de
Michoacán.
-En este preciso lugar 17 campesinos
fueron asesinados... Es una historia que todavía no termina -–dice Ricardo
Rocha en un reportaje que reconstruye los hechos. Y continúa:
“Unos 80 campesinos iban a una
manifestación en el pueblo vecino de Atoyac de Alvarez, Guerrero. Doscientos
policías estatales los detienen en el vado de Aguas Blancas, en Coyuca de
Benítez. Disparos...
“En la misma tarde el gobierno que
encabeza Rubén Figueroa Alcocer, distribuye un video de dos minutos y medio.
Según éste, los miembros de la Organización Campesina del Sur (OCSS) inician la
agresión. Aparecen armados en esta versión oficial.”
Por la noche, el noticiero de
Televisa que da la información no evita observar las abultadas inconsistencia
de un video cuya mera existencia es sospechosa. ¿Qué hacían las cámaras de la
policía estatal en el que se supone un encuentro fortuito? ¿Y qué tan
accidental puede ser la reunión de dos centenares de agentes en un camino en el
interior del campo?
La versión oficial asegura que al
dárseles el alto, los campesinos bajaron del camión agrediendo a balazos a la
fuerza pública, pero la imagen, que no recoge la ubicación de los cuerpos
policiacos, muestra a los campesinos a diez o más metros de distancia,
agazapados en el camión hasta el momento en que se escuchan las detonaciones y
media docena de ellos baja con sus machetes de trabajo.
El video corta para encontrar a los
integrantes de la OCSS muertos sobre el camino, con armas de fuego a su lado,
que en momento alguno se observaban en la imagen anterior. El reporte de bajas
es también absurdo: ¿NINGUNA? de parte de la policía, y 17 campesinos muertos y
30 heridos.
La manipulación es tan grosera, que
la televisora y la prensa escrita se movilizan de inmediato y demuestran sin
lugar a dudas que se trató de una ejecución con todas las agravantes: premeditación,
alevosía, ventaja. Una ejecución doblemente criminal porque al ser concebida
consideró alterar hechos y pruebas.
Para entonces Digna se había
involucrado en la protección a las comunidades atropelladas tras el
levantamiento del EZLN, había colaborado en la defensa de los presuntos
zapatistas detenidos en los estados de México y Veracruz, y acababa de volver a
Chiapas para llevar juicios por la violación a mujeres de la zona de
conflicto..
Con otros pocos abogados, había
recibido, pues, un entrenamiento hasta entonces insospechado en el oficio, y
había empezado a interiorizarse, a marchas forzadas, en los problemas frente al
poder de los pueblos indígenas y campesinos en general. De ese modo habría
aprendido a moverse entre las organizaciones sociales, y a ver y escuchar en
los mundos ocultados a la conciencia pública.
Ahora para ella, las impresiones de
los campesinos de Aguas Blancas obviamente no se reducían a unos cuantos
apuntes, sino a secuencias completas narradas por quienes habían salvado la
vida, y a los palpables testimonios de las heridas de bala.
Sabría, de viva voz y en versiones
diversas, la historia previa que conducía al 28 de junio aquél. Entre las
versiones, quizá, la de María de la Luz Núñez Ramos, en ese momento presidenta
municipal perredista de Atoyac de Álvarez:
-El día 18 de mayo los atoyaquenses
recuerdan la masacre, que también quedó en la impunidad, que se realizó en
Atoyac: un movimiento social de padres de familia de una escuela, que encabezó
el profesor Lucio Cabañas...
“La OCSS iba al acto al Zócalo...Pero
ese día llegaron en un ambiente hostil... y tiraban piedras al ayuntamiento
( ).”
Los campesinos estaban molestos por
el incumplimiento de los acuerdos a los que habían llegado con el gobierno
estatal, y en el camino expresaban la inconformidad hacia el PRD, del cual la
mayoría había formado parte pero de quien se sentían legítimamente abandonados,
según reconoce la alcaldesa.
De cualquier manera, a ella el tono
le pareció desusado, y después de hablar con los líderes de la Organización,
que se mostraban desconcertados, concluyó que algo raro había:
-No eran formas de ellos. Con esto
quiero decir que este tipo de movimientos desgraciadamente son infiltrados Para eso está el gobierno pero muy atento.
Como las demandas de los campesinos
eran de carácter estatal, María de la Luz convenció a dos de los dirigentes de
que juntos llamaran al gobernador Figueroa, quien después de una reacción
característica, “Mándelos usted a la chingada”, prometió enviar a su secretario
de gobierno. Entretanto, los más intransigentes decidieron tomar en Palacio
Municipal con la alcaldesa dentro.
-En mi
opinión, eso lo tengo muy claro –dice ella-, el gobierno estatal pensaba
presentar ese día... como un enfrentamiento entre perredistas.
¿Eso pensaba, nada más? En
espera del enviado del gobernador, frente a todos, María de la Luz recordó a uno de los miembros de la Organización, Gilberto
Romero, que tenía un crédito pendiente en la presidencia. No se produjo ningún
altercado con él, a quien la mujer estimaba y que era reconocido como un hombre
de palabra.
Casualmente, una semana después Gilberto desaparecía y alguien esparcía
el rumor de que la responsable era la presidenta municipal. En reclamo de su
presentación fue que la OCSS preparó el acto al que se dirigían los campesinos
asesinados en Aguas Blancas el 28 de junio.
-Ese día la Organización
Campesina de la Sierra del Sur –continúa María de la Luz- iba a salir desde
Tepetixtla, iba a pasar por Coyuca, porque es municipio de Coyuca, para llegar
a nuestro ayuntamiento.
El día 24 ella había
marchado a la ciudad de México y estando allí el 27 le llegó un fax para
avisarle que la buscaban con urgencia. Tomó el camino de regreso y a las siete
de la noche estaba en Atoyac. Lo primero que hizo fue comunicarse con el
gobernador:
-¿Ya sabe que su síndico
volvió a invitar a sus amigos de la OCSS? –le dijo Figueroa Alcocer. –Yo le
pido que haga todo lo posible por evitarlo Yo por mi parte voy a hacer lo
propio. A como dé lugar voy a evitar que lleguen al ayuntamiento. Nosotros los
vamos a esperar allá en Coyuca.
Al día siguiente la
presidenta municipal fue a ver al padre Máximo, expulsado de la Iglesia
católica pero muy respetado por la población más humilde, sin exceptuar la de
la OCSS. Iba preocupada por la visita anterior de la Organización:
-Padre, ¿usted sabe si
vienen en la misma actitud agresiva?
-No, para nada, señora. Al
contrario, vienen muy apenados por la situación que se dio la vez pasada... Yo
tengo entendido que simplemente vienen porque aquí es donde se les permite
manifestarse, a reclamar a Gilberto Romero.
-Hablando de eso
precisamente –interrumpió la alcaldesa-, hay un volante en donde dice que yo lo
desaparecí.
-No, señora –dijo el
párroco-, aquí ya hay otros participantes, aquí ya hay infiltraciones. Tenga la
seguridad de que este volante no lo firmaron ellos. Esto lo está manejando
directamente el gobierno... Usted váyase tranquila, aquí no va a pasar nada, y
si algo pasara yo me comprometo a ir a hablar con la gente.
La mujer volvió al
ayuntamiento y aguardó:
-Dieron las diez, las 11,
las 12.... quedaron de estar ahí desde las diez de la mañana, y como a la una
de la tarde entra el oficial mayor y me dice: “Presidenta, acaba de haber una
matanza en Tepetixtla”.
Los rumores se extendían.
-En eso me dice el
secretario de gobierno del ayuntamiento: “Oiga, a propósito. Anoche, cuando usted acabó de hablar con el
gobernador, me habló el director del hospital, de aquí de Atoyac, para
preguntarme que qué sabíamos acerca de una matazón que iba a haber aquí”.
“Yo les quiero decir que al
director del hospital misteriosamente lo mataron después ( ).
Desde entonces, desde 1995,
Digna Ochoa quedó ligada a ese particular “confín” que es el estado de Guerrero, donde
se producen “asuntos que irritan
profundamente a la fraternidad de la muerte”.
El modelo Guerrero
La puesta
en escena de la ejecución de Aguas Blancas era a tal punto grotesca, que no
tuvo efecto el manido recurso de una fiscalía especial nombrada por interesados
en el caso, esta vez Figueroa Alcocer, y no sin largos estiras y aflojes en los
cuales participaron instancias federales, el gobernador fue obligado a pedir
licencia.
El hombre
libraba así el fallo de la Suprema Corte de Justicia, que lo señalaba como uno
de los “cultivadores del engaño”, descargando la culpa en siete de sus
funcionarios de primeros niveles y en 47 agentes. Todo a condición de que las
condenas se cumplieran dentro de Guerrero. Al cabo de un año no quedaban en
prisión sino ocho policías, y con el tiempo sólo un chivo expiatorio.
En los
meses posteriores a la matanza, y en los años siguientes, cuando se encargara
de otras casos en la zona, Digna, como parte del Pro, se interiorizó en el
esfuerzo por sistematizar y divulgar la enorme cantidad de información sobre un
estado que, fuera del espejismo de la autopista a Acapulco y su media docena de
destinos turísticos, atravesaba momentos tan duros como los de la “guerra
sucia” de los 1970.
Sabría
pues que Figueroa Alcocer era heredero del cacicazgo estatal de su padre,
construido durante los 1970 y 1980. Un cacicazgo que contribuyó a la decisión
de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas de levantar allí, en la Costa Grande, en la
Montaña y en otras zonas del estado, un movimiento civil que debió convertirse
en una organización armada de autodefensa.
Digna
sabría eso y habría escuchado infinidad de informes e interpretaciones como
estos:
-Hay
familias que siguen todavía durmiendo en el suelo, ni siquiera en petate, en el
suelo. Familias que siguen teniendo una tridieta, digamos, que solamente comen
maíz, frijol y si acaso café (DR RUBI).
-El
abatimiento de los grupos armados de Luicio Cabañas, en 1974, no produjo una
modernización o una integración de estas zonas marginadas con la economía
regional o nacional. Por el contrario, después de agravar la persecución y
liquidación de remanentes guerrilleros, no hubo proyectos carreteros,
infraestructura de comunicaciones, de servicios de salud, de educación, de
comercio, y se aumentó la marginación (MONTEMAYOR).
-El estado de Guerrero
ocupa el primer lugar en la tasa de fecundidad. Pero también registra el más
alto índice de mortalidad infantil... principalmente en lo que se conoce como El espinazo de la pobreza: la Montaña y
el Filo Mayor (en lo más alto de la sierra que colinda con los estados de
México y Michoacán).
“Ahí,
donde se concentran los 600 mil indígenas del estado, se presentan los mayores
atrasos y los mayores niveles de marginación. (ANGEL ÁVILA).”
-Con la
marginación vino la producción de estupefacientes y por supuesto el
fortalecimiento de las cúpulas que hacen difícil descifrar cuál es la red de
poder, impunidad o presión que se da (MONTEMAYOR).
-El problema del
narcotráfico es un problema que atraviesa a las comunidades… Las tiene
atrapadas desde hace más de 30 años. La gente, después de no encontrar la
respuesta de las autoridades para sus proyectos productivos, se han visto en la
necesidad de migrar...
“En las barrancas, en las
cañadas, donde hay algo de agua, ahí es donde se siembra la amapola. Es un
lugar estratégico (ABEL BARRERA).”
-A fines de los
1980 se empieza a dar el auge de los partidos políticos, de manera mucho más
abierta... La apertura democrática permitió que otros partidos políticos, el
PT, el PRD, pudieran iniciar la incursión en algunos municipios…
“Esto obviamente
afectó intereses, intereses ya históricos... Ahí empiezan a manifestarse estas
violencias, estas señales de secuestro y asesinato, que van a dar por resultado
muchos movimientos sociales, y el movimiento de organizaciones como la de la
Costa de la Sierra del Sur, la que fue objeto de la masacre de Aguas Blancas,
que tiene su base en el parte de Atoyac, El Paraiso, en esa parte de las zonas
cafetaleras.
“Estas situaciones de enfrentamiento a los cacicazgos, tienen su
manifestación en la violencia y en el
matrimonio de las policías estatales y municipales y el ejército mismo,
que se traduce en la afectación de los derechos humanos, fundamentalmente. No
es gratuito lo que se dio en 1985, después en 1995, en Aguas Blancas, y
posteriormente en 1998 con la masacre de El Charco...
“Hay un dato que es relevante y que ilustra esta situación. A partir de
1993 se han dado en el estado de Guerrero 600 desapariciones, de un total de
1400 a nivel nacional.”(ANGEL).
No es
raro, por ello, que en 1994 se crearan organizaciones de derechos humanos, como la de la Montaña. :
--Surge en un momento clave para nosotros y para nuestro país, por el
levantamiento zapatista. Nace en junio, cuando la región se estaba llenando de guachos. Los guachos son los militares que llegan al pueblo, que madrean a la
gente... y que últimamente han violado a varias indígenas... (ABEL).
A partir
de ese momento la zona quedó salpicada por retenes militares, que prevenían u
orillaban la aparición, primero, del Ejército Popular Revolucionario (EPR), y
luego del Ejército Revolucionario Popular Independiente (ERPI) y de sus
desprendimientos.
-El ejército en Guerrero...
Es desgraciadamente una historia llena de sangre... para los mixtecos, para los
nahuas y los tlapanecos... Me hace recordar Barrio Nuevo de San José, cómo
matan a un campesino y a su hijo, allá en el municipio de Tlacuaxistlahuaca (¿). Después de esconderlos, llegan sus mujeres a
buscarlos y todavía las violan, y hasta la fecha esa gente esta ahí en esa
comunidad –cuenta Abel Barrera.
“En Barranca Bejuco,
municipio de Acatepec, llegan los soldados para investigar dónde están los
encapuchados, maltratan a los niños y violan a una mujer... Este ejército que
caminando por las veredas y las carreteras, como de Metlatondo (¿) embosca a la
misma policía porque dice que esos son encapuchados.”
-¿Estamos hablando de un
fenómeno de colombianización de Guerrero? –se interroga a Carlos Montemayor.
-No, todo lo contrario. La colombianización ocurre primero porque no
había un gobierno central eficiente ni aceptado en Colombia. Segundo, porque
hay un dominio territorial total de las guerrillas. Tercero, porque es
imposible para fuerzas policiacas y militares oponerse tanto a los grupos
guerrilleros como a los clubes de delincuentes armados que constituyen las
fuerzas paramilitares colombianas.
“Esto no ocurre en México ni hay manera de establecer paralelos con
Colombia. Lo que estamos es ante el caso
típico que debemos llamar estado de Guerrero.”
A esta clase de información y a otra de carácter confidencial,
sistematizada por una variedad de organizaciones sociales y civiles, de
periodistas y estudiosos, tendría acceso Digna, como parte del Pro.
Información en la que ella, en tanto una suerte de posición dura dentro
del Centro, abundaría a su manera, contribuyendo a una divulgación nacional e
internacional quizá más osada que la del organismo jesuita.
-¿Qué hilo sensible pudo
tocar Digna en este estado? –se le pregunta a Carlos Montemayor.
-Yo creo que tocó varios y tuvo en sus manos o pudo presentir varios de
estos hilos... que quizás le hubieran permitido unir un rompecabezas en el que
podían haber combinado varios sectores de estas cúpulas (locales, nacionales e
internacionales de poder), que nos hubieran dado un rostro inesperado de lo que
es el conflicto en Guerrero.