sábado, 9 de mayo de 2015

Cap. III. 26 de octubre, 2001

Faltan paréntesis, sobran referencias a citas.
 
“El asesinato cimbra la confianza de la ONU en el gobierno de Fox. Declaración de la representante del secretario general.”
“Pide Bravo Mena, presidente del Partido Acción Nacional, no hacer juicios anticipados.”
“El asesinato de Digna Ochoa y Plácido ha dejado al descubierto varias cosas... la defensa de los derechos humanos en México es una de las luchas pacíficas y legales más importantes en este momento. Imposible explicar gran parte de los cambios positivos en el país sin esta lucha... Debemos entender que este crimen daña nuestra vida social profundamente, porque daña la lucha por la civilidad, la lucha pacífica y legal.”


Digna, el gran caso
Si bien los mensajes de la muerte de Digna podían ser imprecisos en esto y aquello, no en sus contenidos de fondo. La sociedad tenía, sin embargo, la oportunidad de responderlos, como había hecho durante los últimos años en momentos decisivos: las elecciones presidenciales de 1988, la insurrección en los Altos de Chiapas...
A diez días de los hechos, Pilar Noriega daba una conferencia de prensa con ese propósito: convocar al seguimiento del caso hasta una real conclusión, sin importar cuánto tomara, retando al desgaste del tiempo y a las prácticas viciosas de la justicia en México:
-Desde luego que ahora es más grave la situación –decía-, porque el asesinato de Digna pone los puntos sobre las Ies y es un foco de alarma bastante grave. Lo es, pero no porque no haya habido casos de violación de derechos humanos a partir de que Fox tomó posesión de la Presidencia, sino porque tampoco se dieron los pasos para hacer cumplir las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La también abogada consideraba que la dimensión del efecto del asesinato era “incomprensible e inesperado”, incluso para su o sus autores:
-¿De verdad no cree que haya sido prevista la magnitud?
-Yo creo que a lo mejor esta respuesta, tanto nacional como internacional, no la habían previsto. No sé, pero si la previeron, entonces es más grave la situación. Bastante más preocupante será que hubieran querido crear el clima, la situación en la que nos encontramos.
-Por la magnitud, por la forma en que se hizo y a quien se le hizo, ¿es un mensaje?
-Desde luego que es un mensaje, pero no porque no se hayan dado las violaciones, insisto, es porque no se han atendido. Es un mensaje, y creo que será en el corto plazo que vamos a ver cuál es la situación en que desemboca el clima que en este momento estamos viviendo.
Tradicionalmente, desde que existe la figura de la coadyuvancia en la legislación procesal penal mexicana, tal figura jurídica nunca se había llegado a implementar plenamente, a pesar de que se trata de un derecho de la víctima y la parte ofendida, reconocido en la Constitución Política Mexicana en su artículo 20 y reglamentado en el artículo 9 del Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal.


Quizá como nunca antes se concentraron esfuerzos para producir un salto en la impartición de la justicia. Los defensores de derechos humanos y la prensa comprometida con el cambio, en particular, sumando todos los apoyos internacionales a su disposición, hicieron suyo el caso, con objetivos múltiples: aclarar las causas de la muerte, convertir la figura de Digna en el símbolo que merecía ser; detener el golpe contra el trabajoso avance en materia de garantías individuales; hacer luz, siquiera un poco, sobre el mundo oculto del poder, y crear un ejemplo de procedimiento en materia penal, así fuera en las precarias condiciones que permitía el país.
Había pues un gran reto para sentar bases en que descansara el futuro, en el cual se confiaba podían participar al menos algunas instituciones públicas. Y se asumió. El establecimiento auténtico, por primera vez, de un mecanismo de coadyuvancia en la actividad del aparato de justicia, el celoso seguimiento de los hechos, que impedía su olvido y señalaba una y otra vez los aspectos centrales del proceso, y la aportación de datos y análisis sobre muy diversos temas, se sostuvo durante año y medio.
Luego, cuando la Procuraduría General de Justicia del DF se resolvió a dar un fallo que repetía vicios ancestrales, el sector más sólido de quienes habían adquirido el compromiso, lo confirmaría para ofrecer a las instituciones, en principio locales, la alternativa para despejar el camino a una reforma estructural. La segunda mitad del año 2004 debatiría esta oportunidad.



Misantla, Veracruz
El padre de Digna, don Eusebio Ochoa, creció como campesino hasta los 20 años, cuando se casó y vino su primera hija. Entonces se dedicó a la albañilería:
-Era un oficio que desde muy chico pensaba yo tener. Empecé a ganar más... y me gustaba mucho.
Pronto lo practicaba como trabajador del ingenio azucarero de La Libertad, donde se convertía en uno de los dirigentes del sindicato, dentro del municipio de Misantla, en cuya cabecera vivía con Irene Plácido, la madre de sus 13 hijos. Todos ellos, excepto los pocos que se rehusaron, con estudios profesionales: dos maestros, dos contadores, un ingeniero, dos abogados, una administradora. Uno más había hecho carrera en el ejército.
Da la impresión de que fue sobre todo la madre quien se empeñó en que hicieran una carrera:
-Había una señora que como yo no había estudiado, pero todos sus hijos eran maestros. ¿Cómo le hará, me preguntaba yo, si es muy pobre? Era mi delirio que mis hijos fueran algo, que estudiaran.
Y tanto o más que los varones, las hijas:
-Me les puse dura. No fueron a ningún baile, ninguna fiesta.... Sino a esta hora estarían llenas de hijos, casadas con un borrachito tal vez. (  )
¿De qué manera criar a 13 hijos y asegurarse de que acudieran a la universidad o a la Escuela Normal? Gracias, desde luego y en buena medida, al salario de don Eusebio, que parece haber aprendido muchas artes especializadas de la albañilería y que tenía una plaza de planta en el ingenio. Pero también a doña Irene, que además de las tareas de la casa piscaba café y recogía leña para vender. Y a los mismos hijos:
-En nuestros ratos libres era el trabajo –dice uno de ellos, Jesús. -Creo que mi primer trabajo a los seis años fue vender paletas....Vendí enchiladas, gorditas, de masa y de plátano... Vendimos periódicos, pan, gelatinas, todo, hasta billetes de lotería.
Era doña Irene quien los organizaba, al menos en principio, porque como en la generalidad de las familias numerosas, los hijos mayores pronto compartían las tareas de la casa:
-Digna fue quien me cuidó cuando era niño, hasta los cinco años, creo –se acuerda, por ejemplo, Ignacio-. Me llevaba 10, 12 años, y yo siempre decía que era mi mamá (  ).
Ella a su vez había sido “hija” de su hermana mayor:
-Fue creciendo -ahora es de nuevo doña Irene quien habla- y yo la dejaba porque me iba yo a trabajar... Se quedaba encargada con Carmen.
¿Cómo era la futura defensora de derechos humanos, a los ojos de los suyos?
-Alegre, juguetona y traviesa... Muy enojona, muy brava -cuenta su madre, y sin excepción los hermanos coinciden con ella:
-Era correlona, juguetona, bromista... A veces se enojaba, tenía un carácter fuerte.
-Hablaba mucho, era muy alegre, muy escandalosa... nunca se dejaba.
Trabajaba y era dedicada igual que todos los hijos, en especial las mujeres:
-Yo recuerdo que hablaban de que se acostaban a la una, dos, tres de la mañana, porque estaban estudiando. –dice uno de los varones, todavía hoy admirado.
Estos pocos. elocuentes datos responden al boceto que los Ochoa y Plácido hacen de sí mismos, y hablan de una de las familias extensas que por millones había en el país durante la época.
¿Cómo mirar, sin embargo, al interior de uno de los integrantes de una familia de 13 hermanos, necesariamente con temores y sueños únicos en cada caso?
Saltando por encima de preguntas que nadie más que Digna podría contestar, un perfil psicológico de la abogada, ordenado tras su fallecimiento, hace una caracterización sobre su infancia. La caracterización se centra en un sólo aspecto y se permite una deducción a primera vista sin sustento:
“Ocupó el quinto lugar de 13 hermanos. Esta situación la marcó porque ella representaba una hija más que en un momento dado resultó prescindible, siendo desprendida a los 5 ó 6 años de edad, del grupo familiar. (PERFIL, FILTRADO A PRENSA).”


Digna, tan distinta por tan igual
Los abogados defensores de derechos humanos proceden de todas las capas de la sociedad. Pero como en el resto de las actividades profesionales, los de extracción popular son relativamente pocos. Digna era, pues, una de esos pocos.
-Sabía lo que era luchar, lo que era salir adelante. Eso siempre se lo admiré... –dice Pilar Noriega. -Me platicaba de un sobrino suyo que estaba mal del corazón, y su comentario era que era triste ser pobre y no tener para ese cuidado médico que tiene la gente con dinero.
Eso, su procedencia, era tal vez una de las explicaciones de su comportamiento ante las amenazas, piensa Miguel Angel Granados Chapa: 
-Por su origen económico y su convicción religiosa, no era una persona que tendería a la arrogancia, sino a la humildad... No se permitía alardear de que eso, las amenazas, no la tocaba.
“Tenía una noción muy acendrada del deber, también por sus orígenes. Las familias pobres de México son muy cumplidoras de sus tareas, porque en eso les va la supervivencia. Hay una concepción muy rigurosa, muy ajustada, de hacer las cosas como se debe hacer.... Era una mujer de deberes superiores al miedo que evidentemente sentía.”
Podemos imaginar a los cuerpos de seguridad y a los agentes del ministerio viéndose retados, y con frecuencia vencidos, por una mujer cuyo aspecto era ni más ni menos que el de las campesinas, las indígenas, las amas de casa de barrios populares, por sobre las cuales estaban acostumbrados a pasar todos los días.
Se tiene la clara impresión de que algo de su actitud contrastante provenía de ahí, de sus orígenes de clase.
-De hecho no era como muy apreciada en el Centro. A veces, cuando tocaba a la puerta, las demás decían –despectivamente. -Ahí está tu amiga, ábrele tú.
Hay un mundo de distancia entre este recuerdo de las compañeras de Adriana Carmona en el centro dominico Francisco de Vitoria, también de derechos humanos, y el de Silvia Mariñelarenas, una de las madres de los estudiantes del CGH presos, de condición modesta, como Digna: 
-Nos escuchaba con mucha atención, y su tono de voz era bajo. Era muy paciente, muy tranquila... Me llamaba la atención de que a cada frase que terminaba, sonreía. Sonreía mucho. Eso te inspiraba confianza y te sentías bien..
Nada parece entenderse en Digna Ochoa sin su origen popular. Y eso, al menos en buena medida y de estar en lo justo Victor Brenes, la volverían la víctima más propicia.


La investigación
Si bien la investigación de la muerte de Digna seguía todas las líneas posibles, tendía a concentrarse en las relacionadas con las amenazas y con las confrontaciones de la abogada con poderes regionales.
¿De dónde salió, a 12 días de los hechos, el anónimo enviado a algunos medios de comunicación, asegurando que el crimen se había derivado de una extorsión? ¿Se iniciaba de ese modo la campaña de descrédito que solía acompañar los atentados contra defensores de derechos humanos, periodistas y militantes de organizaciones sociales que se friccionaban con el poder formal e informal?
¿Quién se ocupó de enviar el anónimo del 30 de octubre sobre Digna y la extorsión? ¿Tenía que ver con lo que vendría después, con las especies sobre una abogada acostumbrada a mentir, a dramatizar ridículamente las cosas, a atentar contra sí misma, a aprovecharse del trabajo de los demás para destacar, y que reunía toda clase de desórdenes de personalidad?
Especies que, por lo demás, como decía el artículo sobre Polo Uscanda, olvidaban el tema central: “no es su vida privada la que se encuentra sujeta a investigación”. 
Mientras tanto, la indagatoria continuaba. ¿Cuánto de las irregularidades señaladas primero por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y ampliadas más tarde por la Comisión de Derechos Humanos del DF, se cometió en esta primera etapa?
La que pareció saltar a la vista de inmediato, era la de la fotografía dada a conocer por la agencia oficial de noticias, Notimex, en la cual ni Gerardo González ni el Dr. De León, el médico personal, a quien se había llamado de inmediato, no tenían  correspondencia con la forma en que encontraron el cadáver.
Porque la fotografía mostraba a Digna no con las piernas extendidas y desmadejada contra el sillón, sino en cuclillas, con la cabeza bien depositada y el cabello cubriéndole gran parte del rostro.
En la instantánea, que se tomaría como oficial para la investigación, la abogada no estaba además en mangas de camisa, como Gerardo y el Dr. De León declararon verla, sino con la gabardina puesta. Por si fuera poco, el arma se hallaba en un lugar en principio insólito: entre los glúteos y la parte baja de las piernas.
-Esta contradicción por un lado puede indicar un desinterés de los responsables de la investigación -opinaba después Miguel Angel Granados Chapa, quien daba seguimiento al caso. –Por desgracia el estado general de la investigación penal podría apoyar esta idea, porque hay descuido... no hay una aplicación correcta, rigurosa de la ley, en los procedimientos penales, en la averiguación previa, en el levantamiento de los indicios...
“Puede tratarse de un simple descuido, de alguien que mueve los elementos de la escena sin ninguna intención. Pero sería preocupante, porque muestra la falta de rigor... Preocupante porque indicaría que no tenemos garantía de que se va a conocer el móvil y el desenlace político de este homicidio.
“Puede que sea también de un acto deliberado, destinado a cualquiera de dos propósitos. A perturbar la investigación, a hacerla confusa, a añadir elementos de confusión en un caso que los tiene ya en abundancia, de tal manera que no se pueda realizar la pesquisa policiaca y judicial de manera exitosa...
“Y, peor aún, podía ser también que se haya realizado esta nueva composición de lugar, con el propósito de completar el mensaje que implica la muerte misma de Digna Ochoa, el lugar donde se produjo, el modo en que fue sacrificada, e introduciendo estos nuevos elementos se hace saber que desde dentro del órgano investigador hay un componente de la trama, de la maniobra general que condujo al asesinato.
“De tal manera que no sería ni accidental ni trataría de confundir, sino al contrario: a dotar de significado completo el escenario.”
En realidad había un fotografía más, publicada en un diario el día que siguió a la muerte. No estaba ya el cuerpo sino su silueta dibujada, por obra del equipo de investigación, sin duda, si había de creerse en ella, porque de no ser así ¿quién  la había fabricado y con cuál motivo, y por qué la autoridad no había hecho investigación ni denuncia alguna al respecto?
En esta tercera versión, al morir Digna había quedado recostada en el suelo semiovillada, a los pies del sillón contiguo y no del principal, de manera que su cabeza había girado 180 grados tanto respecto a lo dicho por Gerardo como a la fotografía del expediente.
-La imagen que tengo presente –dice Granados Chapa- es la que apareció al día siguiente en un periódico (la oficial), en la que además había una descripción que no corresponde con las otras imágenes. Sería una cuarta imagen, aunque ésta, como la de Gerardo González, expresada verbalmente, no mediante una fotografía. En esta otra imagen Digna tendría puesta la gabardina, y bajo la gabardina, oculta, el arma homicida.
“De modo que es imposible saber cuál de estas imágenes corresponde con la forma en que ocurrieron las cosas. La que tiene más veracidad, en mi opinión, es la del único testigo de la escena inicial, que es Gerardo. Hay que descontar el nerviosismo con que debe haberse percatado de lo que ocurría.”
El doctor Giuseppe Amara hace la interpretación de la fotografía oficial:
-Lo más curioso es que, por la poca experiencia que yo tengo aquí en México, los asesinos sumarios, es decir, ejecutores, no se preocupan mucho por más mensaje que la muerte misma. A mí me asombró que en este caso hubiera un mensaje tan personalizado...
“Si uno se atiene literalmente a la escena de la fotografía, el mensaje es para el asesino mismo.... por la forma en que la colocan, en que la manipulan, la tratan ya post mortem... Si fueran a hacer un mensaje para colegas de Digna Ochoa, también podría tener cabida, porque es una forma de dejar entredicho que la asesinada tiene que pedir disculpas, tiene que humillarse. Será sometida, ella y quienes la sigan, al poder arbitrario... Está en una posición como de vencida, de humillada... Como si dijeran: Ahora suplicas, ahora te das cuenta que tienes que doblegarte.
“Y luego rematan con un extraño símbolo que da mucho a pensar, que son los guantes rojos, de latex, que probablemente se los coloraron post mortem, en vista que sobre el sofá hay restos de un polvo... para facilitar que se pusieran esos guantes.”
Para el especialista algo no cuadra, sin embargo, en la foto:
“Hay una situación que a mí me llama la atención, y en eso sería interesante invitar a los médicos forenses, que ellos opinen. Para mí esta posición en que colocaron a la licenciada Digna Ochoa, siempre me llama a preguntar cómo pudieron hacer, o cómo pudo el sujeto hacer, que el cadáver contuviera la posición. Porque usted sabe que hay fenómenos de rigor post mortem , pero al principio el cuerpo no tiene la suficiente hipertonía como para quedarse en esa posición. Como el cadáver no se suelta, no se mueve. ¿Esperaron hasta que llegara el rigor mortis?
Inexplicable o no, y a reserva de conocer otras evidencias, la conclusión del doctor Amaro sobre la postura del cuerpo de Digna en la fotografía del expediente policiaco, es por completo “de supeditación”:
-Es como para decir: Este es nuestro supremo poder. Así se inclinarán todos ante nosotros.”
¿Pero puede darse por buena la fotografía? ¿Mintió Gerardo o se confundió al calor de los hechos, tras verla más de una vez a lo largo de aproximadas dos horas en que el miedo impidió a él y a sus compañeros llamar a la policía? ¿Y qué decir de la otra fotografía publicada, y de la descripción que dio un diario?
Al cabo de más de un año, conforme lejos de resolverse se acumulen las irregularidades de la investigación, señaladas por los organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, Granados Chapa se rendirá ante una hecho que esperaba fuera superado en un caso tan determinante como este:
-Para desgracia de nuestra sociedad, no basta la buena fe y el conocimiento jurídico –que él reconoce en los titulares de la procuraduría del DF-, para ejercer la procuración de justicia de manera adecuada... Especialmente en un medio, como lo vemos en este caso probablemente, pero como se puede saber de muchos modos, donde hay una infiltración, donde el enemigo está adentro. Cualquiera que sea el enemigo, hay una contraprocuraduría en la Procuraduría.
¿Exageraba el periodista? Los detalles de la investigación realizada en la sierra de Petatlán, darían mucho que pensar en este sentido.


Misantla Veracruz
Digna solía contar que la experiencia de su padre la había decidido por la abogacía, como una herramienta en defensa de hombres y mujeres de su condición, expuestos a los caprichos del poder.
--Yo creo que sí, que eso fue lo que decidió a Digna –dice don Eusebio.
Sobre todo sería un suceso en concreto, que el hombre recuerda con claridad. En el ingenio había tenido un problema con el secretario general del sindicato cetemista, por los abusos de éste. Una noche el dirigente fue muerto a tiros. Aunque luego se sabría que había sido un eventual enfermo a quien habían desafiliado del Seguro Social, las sospechas recayeron en el padre de Digna.
-Al otro día vinieron unos agentes. “¿El señor Ochoa?” “Un servidor.” “Súbase, acompáñenos.” Entonces me esposaron, me vendaron y me llevaron. Primero a Palo Largo, luego a San Rafael, luego a Poza Rica. Pasó el tiempo y empezó a amanecer, ya había gente por los caminos, junto al río, no podían allí. Me llevaron a Tlapacoyan, ahí me golpearon.
Querían que confesase que había sido el responsable del asesinato.
-Bueno, pero si yo estaba trabajando -les dijo. Entonces los agentes lo acusaron de haber contratado a alguien como gatillero.
-Investiguen. Yo no tengo dinero para eso.
La siguiente alternativa era que le echara la culpa a uno de sus amigos, él se negó y volvieron a golpearlo, esta vez con más ahinco, a patadas.
-De ahí me llevaron a ¿ATZALAN?, rumbo a Perote, y me encerraron en una cárcel.
Un interno salía, así que don Eusebio aprovechó para darle su reloj a cambio de la promesa de que llamaría a la familia.
-Y llamó.
Pero antes de que las dos hijas mayores llegaran a buscarlo, al oscurecer los policías lo acarrearon al monte y lo tundieron de nuevo. Un rato, después:
-Córrele para allá –le dijeron.
-¿Para qué voy a correr?
-Córrele.
-Ustedes me van a matar, y si me van a matar para qué voy a correr. Aquí estoy. Pero ya de una vez –les urgió él.
Eso pareció convencerlos de que era mejor detenerse, y regresaron todos a Atzalan para tomar una camioneta y trasladarlo de regreso a Misantla.
Sus hijos se organizaron con sus amigos del sindicato de la construcción:
-Hacían protestas en el parque, con un sonidito. Andaban en la calle pidiendo... Un año, un mes y siete días –que es lo que estuvo encarcelado Eusebio Ochoa, como él recuerda con entera precisión.


Aguas Blancas, Guerrero, 1995
-Yo recuerdo muy bien como nos dijeron ¡Bájense todos, hijos de la chingada!
-Nos espantamos... Pero yo no creía que nos iban a matar... “Bótense al suelo porque se van a morir”, dijo un señor grandote que llevaba un radio.
-...la balacera de una manera muy cerrada.
-Sentí que nos estaban cazando....
-Recuerdo que me tiré al suelo... Oía los quejidos de las personas que estaban matando...
-Me sentí mal al ver como nos habían trozado aquí de la cintura al compañero –cuenta un hombre mayor, que no puede evitar que el llanto lo alcance.
-Cuando estaba ahí debajo del camión, pues yo sentía algo caliente que me caía aquí arriba, así, pero yo no creía de que fuera sangre. Y cuando ya nos sacaron de ahí ya vi que había muchos más regados así, alrededor del camión y adentro también.
-¿Tú viste cómo le dieron el tiro de gracia a los caídos?
-Yo miré... yo vi.
Estando en los inicios de su carrera, Digna formaría parte del equipo de abogados que se encargaría de la defensa de estos sobrevivientes de la mañana del 28 de junio en Aguas Blancas, en la región de Costa Grande, donde Guerrero empieza a progresar hacia el estado de Michoacán.
-En este preciso lugar 17 campesinos fueron asesinados... Es una historia que todavía no termina -–dice Ricardo Rocha en un reportaje que reconstruye los hechos. Y continúa: 
“Unos 80 campesinos iban a una manifestación en el pueblo vecino de Atoyac de Alvarez, Guerrero. Doscientos policías estatales los detienen en el vado de Aguas Blancas, en Coyuca de Benítez. Disparos...
“En la misma tarde el gobierno que encabeza Rubén Figueroa Alcocer, distribuye un video de dos minutos y medio. Según éste, los miembros de la Organización Campesina del Sur (OCSS) inician la agresión. Aparecen armados en esta versión oficial.”
Por la noche, el noticiero de Televisa que da la información no evita observar las abultadas inconsistencia de un video cuya mera existencia es sospechosa. ¿Qué hacían las cámaras de la policía estatal en el que se supone un encuentro fortuito? ¿Y qué tan accidental puede ser la reunión de dos centenares de agentes en un camino en el interior del campo?
La versión oficial asegura que al dárseles el alto, los campesinos bajaron del camión agrediendo a balazos a la fuerza pública, pero la imagen, que no recoge la ubicación de los cuerpos policiacos, muestra a los campesinos a diez o más metros de distancia, agazapados en el camión hasta el momento en que se escuchan las detonaciones y media docena de ellos baja con sus machetes de trabajo.
El video corta para encontrar a los integrantes de la OCSS muertos sobre el camino, con armas de fuego a su lado, que en momento alguno se observaban en la imagen anterior. El reporte de bajas es también absurdo: ¿NINGUNA? de parte de la policía, y 17 campesinos muertos y 30 heridos.
La manipulación es tan grosera, que la televisora y la prensa escrita se movilizan de inmediato y demuestran sin lugar a dudas que se trató de una ejecución con todas las agravantes: premeditación, alevosía, ventaja. Una ejecución doblemente criminal porque al ser concebida consideró alterar hechos y pruebas.
Para entonces Digna se había involucrado en la protección a las comunidades atropelladas tras el levantamiento del EZLN, había colaborado en la defensa de los presuntos zapatistas detenidos en los estados de México y Veracruz, y acababa de volver a Chiapas para llevar juicios por la violación a mujeres de la zona de conflicto..
Con otros pocos abogados, había recibido, pues, un entrenamiento hasta entonces insospechado en el oficio, y había empezado a interiorizarse, a marchas forzadas, en los problemas frente al poder de los pueblos indígenas y campesinos en general. De ese modo habría aprendido a moverse entre las organizaciones sociales, y a ver y escuchar en los mundos ocultados a la conciencia pública.
Ahora para ella, las impresiones de los campesinos de Aguas Blancas obviamente no se reducían a unos cuantos apuntes, sino a secuencias completas narradas por quienes habían salvado la vida, y a los palpables testimonios de las heridas de bala.
Sabría, de viva voz y en versiones diversas, la historia previa que conducía al 28 de junio aquél. Entre las versiones, quizá, la de María de la Luz Núñez Ramos, en ese momento presidenta municipal perredista de Atoyac de Álvarez:
-El día 18 de mayo los atoyaquenses recuerdan la masacre, que también quedó en la impunidad, que se realizó en Atoyac: un movimiento social de padres de familia de una escuela, que encabezó el profesor Lucio Cabañas...
“La OCSS iba al acto al Zócalo...Pero ese día llegaron en un ambiente hostil... y tiraban piedras al ayuntamiento (  ).”
Los campesinos estaban molestos por el incumplimiento de los acuerdos a los que habían llegado con el gobierno estatal, y en el camino expresaban la inconformidad hacia el PRD, del cual la mayoría había formado parte pero de quien se sentían legítimamente abandonados, según reconoce la alcaldesa.
De cualquier manera, a ella el tono le pareció desusado, y después de hablar con los líderes de la Organización, que se mostraban desconcertados, concluyó que algo raro había:
-No eran formas de ellos. Con esto quiero decir que este tipo de movimientos desgraciadamente son infiltrados  Para eso está el gobierno pero muy atento.
Como las demandas de los campesinos eran de carácter estatal, María de la Luz convenció a dos de los dirigentes de que juntos llamaran al gobernador Figueroa, quien después de una reacción característica, “Mándelos usted a la chingada”, prometió enviar a su secretario de gobierno. Entretanto, los más intransigentes decidieron tomar en Palacio Municipal con la alcaldesa dentro.
-En mi opinión, eso lo tengo muy claro –dice ella-, el gobierno estatal pensaba presentar ese día... como un enfrentamiento entre perredistas.
¿Eso pensaba, nada más? En espera del enviado del gobernador, frente a todos, María de la Luz recordó a uno de los miembros de la Organización, Gilberto Romero, que tenía un crédito pendiente en la presidencia. No se produjo ningún altercado con él, a quien la mujer estimaba y que era reconocido como un hombre de palabra.
Casualmente, una semana después Gilberto desaparecía y alguien esparcía el rumor de que la responsable era la presidenta municipal. En reclamo de su presentación fue que la OCSS preparó el acto al que se dirigían los campesinos asesinados en Aguas Blancas el 28 de junio.
-Ese día la Organización Campesina de la Sierra del Sur –continúa María de la Luz- iba a salir desde Tepetixtla, iba a pasar por Coyuca, porque es municipio de Coyuca, para llegar a nuestro ayuntamiento.
El día 24 ella había marchado a la ciudad de México y estando allí el 27 le llegó un fax para avisarle que la buscaban con urgencia. Tomó el camino de regreso y a las siete de la noche estaba en Atoyac. Lo primero que hizo fue comunicarse con el gobernador:
-¿Ya sabe que su síndico volvió a invitar a sus amigos de la OCSS? –le dijo Figueroa Alcocer. –Yo le pido que haga todo lo posible por evitarlo Yo por mi parte voy a hacer lo propio. A como dé lugar voy a evitar que lleguen al ayuntamiento. Nosotros los vamos a esperar allá en Coyuca.
Al día siguiente la presidenta municipal fue a ver al padre Máximo, expulsado de la Iglesia católica pero muy respetado por la población más humilde, sin exceptuar la de la OCSS. Iba preocupada por la visita anterior de la Organización:
-Padre, ¿usted sabe si vienen en la misma actitud agresiva?
-No, para nada, señora. Al contrario, vienen muy apenados por la situación que se dio la vez pasada... Yo tengo entendido que simplemente vienen porque aquí es donde se les permite manifestarse, a reclamar a Gilberto Romero.
-Hablando de eso precisamente –interrumpió la alcaldesa-, hay un volante en donde dice que yo lo desaparecí.
-No, señora –dijo el párroco-, aquí ya hay otros participantes, aquí ya hay infiltraciones. Tenga la seguridad de que este volante no lo firmaron ellos. Esto lo está manejando directamente el gobierno... Usted váyase tranquila, aquí no va a pasar nada, y si algo pasara yo me comprometo a ir a hablar con la gente.
La mujer volvió al ayuntamiento y aguardó:
-Dieron las diez, las 11, las 12.... quedaron de estar ahí desde las diez de la mañana, y como a la una de la tarde entra el oficial mayor y me dice: “Presidenta, acaba de haber una matanza en Tepetixtla”.
Los rumores se extendían.
-En eso me dice el secretario de gobierno del ayuntamiento: “Oiga, a propósito. Anoche, cuando usted acabó de hablar con el gobernador, me habló el director del hospital, de aquí de Atoyac, para preguntarme que qué sabíamos acerca de una matazón que iba a haber aquí”.
“Yo les quiero decir que al director del hospital misteriosamente lo mataron después (  ).
Desde entonces, desde 1995, Digna Ochoa quedó ligada a ese particular “confín” que es el estado de Guerrero, donde se producen “asuntos que irritan profundamente a la fraternidad de la muerte”.


El modelo Guerrero
La puesta en escena de la ejecución de Aguas Blancas era a tal punto grotesca, que no tuvo efecto el manido recurso de una fiscalía especial nombrada por interesados en el caso, esta vez Figueroa Alcocer, y no sin largos estiras y aflojes en los cuales participaron instancias federales, el gobernador fue obligado a pedir licencia.
El hombre libraba así el fallo de la Suprema Corte de Justicia, que lo señalaba como uno de los “cultivadores del engaño”, descargando la culpa en siete de sus funcionarios de primeros niveles y en 47 agentes. Todo a condición de que las condenas se cumplieran dentro de Guerrero. Al cabo de un año no quedaban en prisión sino ocho policías, y con el tiempo sólo un chivo expiatorio.
En los meses posteriores a la matanza, y en los años siguientes, cuando se encargara de otras casos en la zona, Digna, como parte del Pro, se interiorizó en el esfuerzo por sistematizar y divulgar la enorme cantidad de información sobre un estado que, fuera del espejismo de la autopista a Acapulco y su media docena de destinos turísticos, atravesaba momentos tan duros como los de la “guerra sucia” de los 1970.
Sabría pues que Figueroa Alcocer era heredero del cacicazgo estatal de su padre, construido durante los 1970 y 1980. Un cacicazgo que contribuyó a la decisión de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas de levantar allí, en la Costa Grande, en la Montaña y en otras zonas del estado, un movimiento civil que debió convertirse en una organización armada de autodefensa.
Digna sabría eso y habría escuchado infinidad de informes e interpretaciones como estos:
-Hay familias que siguen todavía durmiendo en el suelo, ni siquiera en petate, en el suelo. Familias que siguen teniendo una tridieta, digamos, que solamente comen maíz, frijol y si acaso café (DR RUBI).
-El abatimiento de los grupos armados de Luicio Cabañas, en 1974, no produjo una modernización o una integración de estas zonas marginadas con la economía regional o nacional. Por el contrario, después de agravar la persecución y liquidación de remanentes guerrilleros, no hubo proyectos carreteros, infraestructura de comunicaciones, de servicios de salud, de educación, de comercio, y se aumentó la marginación (MONTEMAYOR).
-El estado de Guerrero ocupa el primer lugar en la tasa de fecundidad. Pero también registra el más alto índice de mortalidad infantil... principalmente en lo que se conoce como El espinazo de la pobreza: la Montaña y el Filo Mayor (en lo más alto de la sierra que colinda con los estados de México y Michoacán).
“Ahí, donde se concentran los 600 mil indígenas del estado, se presentan los mayores atrasos y los mayores niveles de marginación. (ANGEL ÁVILA).”  
-Con la marginación vino la producción de estupefacientes y por supuesto el fortalecimiento de las cúpulas que hacen difícil descifrar cuál es la red de poder, impunidad o presión que se da (MONTEMAYOR).
-El problema del narcotráfico es un problema que atraviesa a las comunidades… Las tiene atrapadas desde hace más de 30 años. La gente, después de no encontrar la respuesta de las autoridades para sus proyectos productivos, se han visto en la necesidad de migrar...
“En las barrancas, en las cañadas, donde hay algo de agua, ahí es donde se siembra la amapola. Es un lugar estratégico (ABEL BARRERA).
-A fines de los 1980 se empieza a dar el auge de los partidos políticos, de manera mucho más abierta... La apertura democrática permitió que otros partidos políticos, el PT, el PRD, pudieran iniciar la incursión en algunos municipios…
“Esto obviamente afectó intereses, intereses ya históricos... Ahí empiezan a manifestarse estas violencias, estas señales de secuestro y asesinato, que van a dar por resultado muchos movimientos sociales, y el movimiento de organizaciones como la de la Costa de la Sierra del Sur, la que fue objeto de la masacre de Aguas Blancas, que tiene su base en el parte de Atoyac, El Paraiso, en esa parte de las zonas cafetaleras.
“Estas situaciones de enfrentamiento a los cacicazgos, tienen su manifestación en la violencia y en el  matrimonio de las policías estatales y municipales y el ejército mismo, que se traduce en la afectación de los derechos humanos, fundamentalmente. No es gratuito lo que se dio en 1985, después en 1995, en Aguas Blancas, y posteriormente en 1998 con la masacre de El Charco...
“Hay un dato que es relevante y que ilustra esta situación. A partir de 1993 se han dado en el estado de Guerrero 600 desapariciones, de un total de 1400 a nivel nacional.”(ANGEL).
No es raro, por ello, que en 1994 se crearan organizaciones de derechos humanos, como la de la Montaña. :
--Surge en un momento clave para nosotros y para nuestro país, por el levantamiento zapatista. Nace en junio, cuando la región se estaba llenando de guachos. Los guachos son los militares que llegan al pueblo, que madrean a la gente... y que últimamente han violado a varias indígenas... (ABEL).
A partir de ese momento la zona quedó salpicada por retenes militares, que prevenían u orillaban la aparición, primero, del Ejército Popular Revolucionario (EPR), y luego del Ejército Revolucionario Popular Independiente (ERPI) y de sus desprendimientos.
-El ejército en Guerrero... Es desgraciadamente una historia llena de sangre... para los mixtecos, para los nahuas y los tlapanecos... Me hace recordar Barrio Nuevo de San José, cómo matan a un campesino y a su hijo, allá en el municipio de Tlacuaxistlahuaca (¿). Después de esconderlos, llegan sus mujeres a buscarlos y todavía las violan, y hasta la fecha esa gente esta ahí en esa comunidad –cuenta Abel Barrera.
“En Barranca Bejuco, municipio de Acatepec, llegan los soldados para investigar dónde están los encapuchados, maltratan a los niños y violan a una mujer... Este ejército que caminando por las veredas y las carreteras, como de Metlatondo (¿)  embosca a la misma policía porque dice que esos son encapuchados.”
-¿Estamos hablando de un fenómeno de colombianización de Guerrero? –se interroga a Carlos Montemayor.
-No, todo lo contrario. La colombianización ocurre primero porque no había un gobierno central eficiente ni aceptado en Colombia. Segundo, porque hay un dominio territorial total de las guerrillas. Tercero, porque es imposible para fuerzas policiacas y militares oponerse tanto a los grupos guerrilleros como a los clubes de delincuentes armados que constituyen las fuerzas paramilitares colombianas.
“Esto no ocurre en México ni hay manera de establecer paralelos con Colombia. Lo que estamos es ante el caso típico que debemos llamar estado de Guerrero.
A esta clase de información y a otra de carácter confidencial, sistematizada por una variedad de organizaciones sociales y civiles, de periodistas y estudiosos, tendría acceso Digna, como parte del Pro.
Información en la que ella, en tanto una suerte de posición dura dentro del Centro, abundaría a su manera, contribuyendo a una divulgación nacional e internacional quizá más osada que la del organismo jesuita.
-¿Qué hilo sensible pudo tocar Digna en este estado? –se le pregunta a Carlos Montemayor.

-Yo creo que tocó varios y tuvo en sus manos o pudo presentir varios de estos hilos... que quizás le hubieran permitido unir un rompecabezas en el que podían haber combinado varios sectores de estas cúpulas (locales, nacionales e internacionales de poder), que nos hubieran dado un rostro inesperado de lo que es el conflicto en Guerrero.